Conferência Internacional M15 – ¿La cruz o el ascetismo?

Palabra ministrada por el hermano Pedro Dong y transmitida por el Instituto Vida para Todos directamente desde la Estância Árvore da Vida – Sumaré, Brasil, el 05/03/2023. Texto no revisado por el autor.

 

 

  1. Estamos alegres, porque vemos que en nuestros días suceden cosas de una manera que nunca imaginamos. Vimos en esta reunión la participación activa de nuestros adolescentes, y esto es maravilloso, porque el Señor quiere involucrar a todos para la fuerza total de Su obra en el final de los tiempos. Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, el Faraón intentó negociar la salida de parte del pueblo, pero Moisés y Aarón se negaron, diciendo que todos saldrían con ellos para servir al Señor en el camino del desierto, pues Dios quiere toda la fuerza de Su Todos nosotros debemos estar en la obra del Señor, ¡desde los niños hasta los hermanos mayores!
  2. El hombre en su naturaleza caída tiene la tendencia de querer las cosas que son tangibles, que son visibles para él. Estamos acostumbrados a vivir en el plano terrenal, por lo que nos acostumbramos a “ver” las cosas. Sin embargo, el día que creímos en el Señor, algo sobrenatural ocurrió en nosotros: recibimos una nueva vida; el Señor Jesucristo mismo entró en nuestro corazón y nació en nosotros la fe. Gracias a ella, ya no tenemos que vivir en el plano terrenal, como viven todos los hombres del mundo, sino que tenemos acceso a las cosas de la dimensión de la fe. Hoy no vivimos de lo que vemos, sino que por nuestra fe vivimos las cosas de la esfera celestial, ¡en la dimensión de la eternidad! Por desgracia, incluso los cristianos que ya han recibido este regalo, por estar acostumbrados a vivir en el plano visible, tienen la tendencia a volverse hacia la dimensión De ahí han surgieron varias vertientes de la idolatría. Por ejemplo: nos resulta difícil adorar algo invisible, queremos algo palpable, así que es más fácil adorar una escultura. Si no vivimos en la esfera de la fe, el hombre busca sustitutos para ella.
  3. Cuando Cristo venga, la ley, algo tangible que servía como tutor para guardar al pueblo, debería dejar de ser necesaria. Sin embargo, la fe sólo es tangible para los que viven en la esfera El hombre sigue prefiriendo hacer obras para Dios por sí mismo, como si por sí mismo pudiera alcanzar el nivel de espiritualidad y agradar a Dios. No es por las obras de la ley que alcanzamos algo para Dios, sino que este pensamiento está impregnado en nosotros. Hay líderes cristianos que, por su elocuencia, piensan que están haciendo la obra del Señor, pero ésta es hecha por el Espíritu a través de la fe, no por la capacidad humana. 

Romanos 10:17; Colosenses 1:4-5; 1 Tesalonicenses 2:13

  1. Cuando oímos la palabra de verdad el evangelio nos alcanza, y cuando creemos en Él la fe se produce en La fe viene por la palabra. Esa es la importancia de la palabra profética. Tenemos la Biblia que es la palabra de Dios y a través de sus apóstoles nos habla una palabra viva para el momento, que siempre está basada en las escrituras. Cuando creemos en esa palabra somos llevados a la dimensión donde Dios está, y así la palabra comienza a operar efectivamente en nosotros. No es por la capacidad humana que se hace la obra de Dios. Dios puede usar los dones que ha dado, pero necesitan ser aplicados en la esfera de la fe.
  2. Debido a la falta de claridad sobre este punto, los colosenses empezaron a confiar en la sabiduría humana y en aquellos que hablaban de los rudimentos del mundo. La cultura oriental, la religión judía y la filosofía griega generaron una serie de enseñanzas que intentaban sustituir a Las tradiciones humanas y la cultura pueden ser cosas buenas, ¡pero no podemos dejar que sustituyan a nuestra fe y a Cristo! Vemos en Colosenses que Cristo lo es todo, Él es el punto de conexión de toda la creación. Los hombres, sin embargo, como no estaban acostumbrados a vivir en el espíritu, necesitaban algunas cosas palpables de la tierra a las que aferrarse.
  3. Antes de las filosofías griegas existía la mitología, que explicaba las diversas fatalidades y sufrimientos por los que pasaban los hombres. Posteriormente surgió la filosofía griega, que buscaba respuestas racionales al motivo del sufrimiento humano y al sentido de la Llegaron a la conclusión de que el hombre sufre porque tiene un cuerpo material, y por tanto la carne era la culpable de todo sufrimiento. De esta mentalidad surge el gnosticismo, que defiende que no debemos vivir por los sentidos de la carne, sino para un conocimiento espiritual y místico superior. Aquellos que alcanzasen este conocimiento serían capaces de abandonar el sufrimiento del cuerpo. Esta filosofía se predicaba en la iglesia de Colosas, y de ella surgió el ascetismo, que promueve el sufrimiento de la carne e implica privar al cuerpo de las necesidades básicas para castigarlo físicamente. Las vigilias y el ayuno, por ejemplo, se hacen a menudo bajo el principio del sufrimiento. No debemos hacer estas prácticas de esta manera ascética, sino en el espíritu. Nuestro camino es Cristo. 
  4. La inmersión en la Palabra nos ayuda a poner nuestra mente en el espíritu al entrar en contacto con la Palabra, que nos transforma y nos lleva a la obra de Dios. Hemos hecho una obra de La fe nos da acceso a las cosas del plano de Dios y la esperanza de gloria nos motiva a perseverar, lo que nos mantiene constantes en nuestra vida cristiana. Sin embargo, en la eternidad, cuando seamos introducidos en Dios, ya no necesitaremos más de la fe ni la esperanza, pues ya estaremos en la propia realidad de Dios. Lo que permanecerá para la eternidad es el amor. Todo lo que hacemos hoy es para producir amor – Dios nos suple por la palabra profética, que nos trae a Dios mismo, que es amor. El amor de Dios es la urdimbre, y con él llegamos a amar a las personas. Es el amor lo que nos hace salir a la calle a orar por las personas. Al entrar en contacto con las personas, los hilos se conectan, formando un tejido de amor. El amor exige sacrificio, trabajo, renuncia. El amor es entrega sin esperar algo a cambio; ése es el amor de Dios. La experiencia que tenemos salvando a las personas en las calles permanece para la eternidad. Por medio de este amor, llegamos a todos los continentes, escribiendo esta historia en la eternidad en todo el mundo. En el plano terrenal, este trabajo nunca sucedería, pero al ir al plano celestial el Señor está haciendo Su obra y usándonos como canales.

Romanos 8:13-15; 1 Corintios 6:15; Colosenses 2:20

  1. Volviendo al contexto de la iglesia en Colosas, ellos estaban siendo contaminados por la filosofía del ascetismo. El ascetismo (“askesis” – ejercicio espiritual) consiste en una práctica destinada al “desarrollo espiritual”. Para ello, predica el renunciar al placer del cuerpo, a sus sentidos y a la no satisfacción de sus necesidades básicas. El ascetismo es una doctrina filosófica que defiende la abstención de los placeres físicos y psicológicos, creyendo que es el camino para alcanzar la perfección y el equilibrio moral y espiritual. De esta línea surgió el Monasticismo, un movimiento singular y radical que predicaba normas de conducta y valores centrados en prácticas ascéticas. La vida cristiana, en cambio, se vive desde la fe y no buscando soluciones en la tierra. La Biblia habla de mortificar las obras de la carne, pero no el cuerpo, pues Dios desea utilizarlo como miembro del Cuerpo de Cristo. 
  2. Dios ha preparado una solución para el angustioso problema de la carne. En efecto, ésta lleva al hombre al pecado, y para mortificar las obras de la carne necesitamos presentar nuestro cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Para ello, necesitamos ejercitar el espíritu y estar en contacto con la Palabra para renovar la mente, de modo que dejemos que Cristo fluya en nuestra alma para estimularnos a practicar Su obra. De esta manera, llegamos a comprender cuál es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. La solución para la carne que nos lleva a pecar es morir con Cristo, y no recurrir a reglas de conducta. La inmersión en la Palabra y la predicación del Evangelio tienen más poder que una ley que nos da ordenanzas.

Romanos 6:3-9

  1. La solución de Dios para la carne es la cruz. La muerte de Cristo termina con nuestro viejo hombre y la resurrección de Cristo nos hace andar en novedad de vida, para vivir para Dios. El hombre no puede llegar al nivel superior que tanto anhela el ascetismo, pero podemos vivir en novedad de vida en la otra esfera. Nuestro viejo hombre ya fue crucificado con Dios, Cristo ya destruyó el cuerpo del pecado para que ya no sirvamos al pecado como esclavos. Si practicamos vigilias y ayunos simplemente para sufrir, no seremos liberados de nuestra carne. ¡La única solución ya ha sido hecha en Cristo en la cruz! 
  2. El Espíritu nos bautizó en el momento en que creímos en Jesús, pues fue entonces cuando Él nos hizo miembros del Cuerpo de El bautismo en las aguas es un testimonio externo que damos de una realidad espiritual que ocurrió en el momento en que creímos. ¡Al creer, ya fuimos bautizados en la muerte de Cristo y unidos a Él en la cruz! De la misma manera, cuando Cristo resucitó, ¡nos unimos a Él! Ya no necesitamos vivir en la esfera de la carne, podemos vivir en la esfera de la resurrección. Vivimos con nuestro cuerpo en la tierra, pero estamos en el plano celestial en novedad de vida. Estamos libres de todos los problemas que el ascetismo trata de tocar. ¡Ya no estamos sujetos a la muerte, pues hemos muerto al pecado, pero vivimos para Dios! Nuestra vida está con Cristo, y Él está en otra esfera, por eso necesitamos vivir por fe.

Efesios 4:22-23; Efesios 2:15-16

  1. Cuando vivimos en el mundo, en la esfera terrenal, estamos en el viejo hombre. Él está corrompido según las concupiscencias del engaño. “Engaño” es el mismo diablo, que nos ofrece señuelos para despertar codicias constantemente, y en el viejo hombre, cayendo en esos señuelos todo el tiempo. Todos estábamos en ese vivir, pero somos renovados cuando el Espíritu toma control de nuestra mente y nos revestimos del nuevo En el nuevo hombre ya no somos individuos, sino que somos un colectivo: ¡la iglesia, la nueva creación! Fuimos conectados en el plano del nuevo hombre, que ha sido creado según Dios en justicia y santidad, que proceden de la verdad. El nuevo hombre está constituido por la propia realidad, que está en la esfera de la justicia y la santidad. Dios quiere transferirnos del viejo hombre individualista al nuevo hombre colectivo, el Cuerpo de Cristo.

Romanos 6:6-7,13-14; Romanos 7:24; Romanos 8:3

  1. La función de la cruz al crucificar al viejo hombre es destruir el cuerpo de pecado, para que ya no sirvamos al pecado como esclavos, puesto que hemos muerto a él. El problema está, de hecho, en nuestra carne, y debe ser destruida si queremos liberarnos de La solución para esto es la cruz de Cristo. Él vino a la tierra como la Palabra hecha carne, pero sin pecado; Él tenía la semejanza de la carne del pecado. Al ir a la cruz, llevo también la carne, y Dios condenó el pecado en la carne.

1 Corintios 9:27;

  1. “Golpear el cuerpo” (1 Corintios. 9:27) no es en el sentido ascético, sino que significa que necesitamos hacer que nuestro cuerpo trabaje para Dios. Él es parte de mi ser natural y necesito hacerlo obedecer al Espíritu. Por mucho que quiera quedarme en casa descansando, lo golpeo para obedecer a Dios y hacer Su voluntad. Debemos ofrecer los miembros de nuestro cuerpo a Dios como instrumentos de justicia. Di al Señor: ¡Todo mi cuerpo es tuyo! ¡Úsalo como instrumento de justicia!

Colosenses 2:16-17; 20-22; Gálatas 2:19-20

  1. Los falsos maestros querían hacer volver a los colosenses a la práctica de la ley, con sus ritos, ceremonias y La cruz de Cristo también nos hizo morir a la ley, a fin de vivir para Dios. Yo, el viejo hombre, estoy crucificado con Cristo; por tanto, ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida espiritual que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
  2. Los falsos maestros intentaban que los cristianos volvieran a la ley judía. El ceremonialismo judío trajo mucha influencia a la iglesia en los primeros siglos. Muchos gentiles fueron atraídos al cristianismo por la pompa de las ceremonias y la elaborada arquitectura de los Nosotros, sin embargo, ¡necesitamos atraer a las personas con Cristo, con Su palabra!

Romanos 8:1-2; Lucas 24:26; Juan 7:39; Juan 14:16-17

  1. ¿Cuál es hoy la solución para vivir una vida que venza la fuerza de la carne y la esclavitud de las concupiscencias a la que está sujeta? La respuesta es estar en Cristo Jesús, pues en Él ya somos libres de la carne. En términos prácticos, ¿cómo vivimos esta realidad? El proceso por el que Cristo pasó para liberarnos de la ley del pecado y de la muerte fue la encarnación, vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión para hacerse el Espíritu. Cuando Cristo fue glorificado por el Padre, El cual Lo resucitó de entre los muertos, fue dado como el Espíritu a los que creyeran en Él. Hoy tenemos al Consolador, el Espíritu de la verdad. Hoy tenemos dentro de nosotros al mismo Jesús glorificado. Este Espíritu tiene un poder mayor que la ley del pecado y de la muerte. Es como la ley de la gravedad: todos estamos sujetos a ella y es imposible escapar de ella en la tierra; pero la ley del Espíritu y de la vida es como el lanzamiento de un cohete, que lleva al hombre al universo sideral, a la atmósfera donde no hay fuerza de gravedad. Para vivir la realidad de estar en Cristo, ¡hagamos funcionar la ley del Espíritu! Ejercitar el espíritu, sumergirnos en la palabra y practicarla nos lleva a vivir por el Espíritu de vida. ¡Sólo así podremos vencer al pecado y a la muerte!

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