INMERSIÓN DIARIA Lunes| M02. Los Factores de la Decadencia de la Iglesia

  1. La importancia de la palabra de Dios es lo primero que los hijos de Dios deben tener en cuenta. Como seres humanos, nuestras palabras sirven como vehículo para comunicar nuestras ideas a los demás. Sin embargo, la Palabra de Dios es mucho más que eso. Dios es la Palabra. Cuando vino a la tierra, Cristo era la Palabra de Dios y la vida estaba en Él. Es cierto que la Palabra nos comunica los pensamientos de Dios, pero hay algo de lo que muy pocos cristianos se dan cuenta: esta Palabra es Dios mismo. Nos lleva mucho más allá del pensamiento de Dios, trae a Dios mismo, Su vida, naturaleza, que es luz y amor, y Sus atributos como justicia, santidad y gloria. ¡La palabra trae a Dios dentro de nosotros! (Juan 1:1, 14). 
  1. La Palabra de Dios es diferente de la palabra que usamos como comunicación entre los hombres. Así como Cristo es la vid verdadera y todas las vides que dan uvas en la tierra son sombra de Él, así también la palabra que usamos para comunicarnos es sombra de la Palabra verdadera, que es Dios. Esta Palabra no solo nos comunica información de Dios, sino que nos comunica a Dios mismo. No es de la información que vive el hombre, sino que es de la Palabra que trae a Dios mismo y da vida a quien la recibe (Juan 15:1; Mateo 4:4) 
  1. Desde los tiempos del Antiguo Testamento Dios ya le había dicho a Su pueblo que debía vivir por Su Palabra, la cual sería su provisión. Cuando fuimos salvos, Dios nos trajo a Cristo como la buena tierra para nuestro disfrute. Prosperaremos en esta buena tierra si vivimos por la Palabra de Dios, que no es meramente una instrucción o información, sino que es Dios mismo quien nos prosperará en la buena tierra. (Deuteronomio 6:1-5) 
  1. Dios sabía que el hombre no tenía la capacidad para cumplir la ley. Dios nos dio la Palabra para que tuviéramos el poder para cumplirla. Esa palabra necesita estar en el corazón del hombre. Para esto, Dios ha dado el camino para inculcar la Palabra, lo que significa repetirla una y otra vez para grabar, imprimir la palabra en el corazón. También significa grabar haciendo incisiones, perforando como un cirujano. Lo que Dios escriba en tu corazón quedará grabado y será imposible de borrar (Deuteronomio 6:6-7; 2 Corintios 3:3).

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