INMERSIÓN DIARIA Viernes | M08. Carta a la iglesia en Sardis

La palabra profética va a brillar hasta que la estrella de la mañana nazca en nuestros corazones. El Señor nos suplirá del aceite dorado hasta Su venida. Ese es el proceso de la edificación de la iglesia, que no es hecha por la fuerza del hombre, ni por su poder, sino por el Espíritu del Señor, por medio de la Palabra (2 Pedro 1:19; Zacarías 4:6).
Si queremos entrar en la buena tierra de Canaán, necesitamos creer y obedecer. Para eso, es necesario ser sencillos, como un niño, oír la palabra con simplicidad y creer con fe. No es creer después que pasa por su razonamiento y aprobación de su mentalidad complicada; la fe no es por la mente, sino por la simplicidad de creer. (Hebreros 3:17-19; 4:2-3,7)
El camino para entrar en aquel descanso es la palabra de Dios, que es viva y eficaz. Muchos buscan servir a Dios con su parte buena del alma, pensando estar sirviendo en el espíritu, pero todo es fruto de la vida del alma. Vamos a revisar como estamos sirviendo, para no ser reprobados por el Señor. Necesitamos de la palabra de Dios para probar nuestros pensamientos y propósitos. (Hebreos 4:12-13; Mateo 7:21-23).
“Dios nos suple por medio de la inmersión en la palabra profética y así, va transformando nuestra alma, hasta poder llenarla completamente, hasta que el propio amor, la esencia de Dios, inunde cada parte de nuestro ser”. (Alimento Diario, Libro 3, Semana 4, viernes, pág. 66).