- El diferencial de la iglesia en Filadelfia son los tesoros abiertos de la palabra profética. Si el Señor deja de enviarnos la palabra profética, seremos un grupo religioso muerto. Gracias a Dios, cada semana tenemos algo nuevo dado por el Señor, que es como una lámpara que alumbra en un lugar oscuro, hasta que amanece el día y nazca la estrella de la mañana en nuestros corazones (Apocalipsis 3:8, 10-11; 2 Pedro 1:19).
- No podemos mirar el poder del enemigo. Como el rey Josafat, recibimos la promesa del profeta: “La batalla no es vuestra, sino de Dios. (…) En este encuentro, no tendrás que pelear; toma posición, quédate quieto y mira la salvación que el Señor te dará”. Ante los ataques, no necesitamos apelar a la fuerza humana, sino permanecer confiados en Dios (2 Crónicas 20:15, 17).
- Dios no realiza su obra mediante las armas de la carne, sino mediante las armas del Espíritu (Zacarias 4:6; 2 Corintios 3:5; 10:4).
- “Necesitamos abrir nuestra mente ejercitando el espíritu, sumergiéndonos en la palabra, para que la mente se renueve. La renovación de la mente trae vida, paz y edificación. Este es el deseo de Dios: edificar Su iglesia. Para que esto suceda, es necesario que todos los miembros estén unidos a la Cabeza, que es Cristo, porque unidos a la Cabeza reciben suministro y edificación (Colosenses 2:19)” (Alimento Diario, Libro 4, Semana 2, sábado, pág. 36).