- En el Jardín del Edén, el Señor le dio al hombre todo lo que era necesario para su sustento físico. Sin embargo, el hombre no es sólo materia, porque vino del soplo del Dios eterno. Por lo tanto, somos tripartitos: tenemos el cuerpo, el espíritu y el alma. Nuestra necesidad de espíritu y alma es satisfecha y saciada por la palabra de Dios (Mateo 4:4).
- El hombre era sencillo y puro; fue obediente a todo lo que Dios le habló. Sin embargo, cuando la serpiente puso la duda en su mente, perdió su sencillez y pureza, y dejó la palabra de Dios como alimento para vivir (2 Corintios 11:3).
- El espíritu del hombre fue amortecido, y llegó a pertenecer al príncipe de la potestad del aire y a vivir de acuerdo con el espíritu de desobediencia, que actúa en todos los que pertenecen al reino de las tinieblas. Por esto el hombre es tan rebelde contra Dios. Por naturaleza, todos estábamos destinados a la ira debido a nuestra desobediencia (Efesios 2:1-3).
- “Hoy no podemos vivir más bajo la influencia de la naturaleza caída, buscando solo las cosas palpables y visibles del plano terrenal, porque el día que recibimos la palabra del evangelio y creímos en Jesús, recibimos una vida nueva, y la fe fue producida en nuestro interior”. (Alimento Diario, Libro 2, Semana 7, lunes, pag.109).