INMERSIÓN DIARIA Jueves | M. 09. La voz del que clama en el desierto

  1. Dios es el único que posee inmortalidad y habita en luz inaccesible. No tenemos la capacidad de llegar hasta Él, pero Cristo, como el resplandor de la Gloria, Lo trae hasta nosotros. Por lo tanto, para que el hombre Lo reciba es necesario preparar el camino: el hombre necesita ver quién es realmente y presentarse humilde y contrito. Así, aún sin poder acercarnos a Dios, Él, que es la misma Gloria, Lo trae hasta nosotros, por medio de Cristo, que graba en nosotros, la esencia y sustancia de Dios en nuestro corazón (Juan 1:18; 1 Timoteo 6:16; Isaías 57:15; Santiago 1:17- 18;2 Corintios 4:4-6;hebreos 1:3).
  1. Desafortunadamente, Juan Bautista, inicialmente un hombre lleno del Espíritu, alguien “fuera de la caja”, terminó su carrera engañado por la fama y la envidia. Esto demuestra que la naturaleza humana no es confiable. Por el método terrenal, por la luz del primer día, ¡somos incorregibles! Las reglas de conducta no nos cambian. Nuestra salvación es la luz de la vida, la luz del cuarto día. Necesitamos creer en la Palabra profética y permitir que ella circule entre nosotros y sea grabada en nuestro corazón. (Mateo 11:2-6, Lucas 7:17-23, Juan 2:23, 25, Hechos 13:25).
  1. No nos engañemos, mientras haya vacíos en nuestra vida, no seremos encabezados por Cristo, y en algún momento, podemos abandonar la carrera. La única manera para que el hombre se torne confiable es siendo lleno plenamente por Cristo. Por la inmersión y gritos de guerra, inculcamos la Palabra y predicamos el evangelio para que seamos llenos hasta la plenitud de Dios. Fuimos creados como un vaso, para contener a Dios, el Poderoso, Él nos llena con Su poder, sabiduría y capacidad. No necesitas ser capaz o sabio para hacer la obra, sino solo permitir ser llenado por Aquel que es capaz, sabio y hace la Obra: ¡Cristo! La Iglesia que permite ser llenada es una Iglesia confiable, así como Filadelfia (2 Corintios 4:7; Efesios 3:19; Apocalipsis 3:8).
  1. “Estoy aquí por la orden que recibí de Dios y por la visión de ejecutar Su obra. Un apóstol y un verdadero profeta habla la palabra en la presencia de Dios, con sinceridad. Esa era el arma del apóstol Pablo. ¡Alabado sea el Señor!” (Alimento diario, Libro 6, Semana 2, jueves, p. 98).

 

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