Mens. 18: Hacer la voluntad de Dios y hacer su obra

Palabra ministrada por el Hermano Pedro Dong, transmitida por el Instituto Vida para Todos, directamente desde el auditorio de la Iglesia en São Paulo, el 10/08/2023. Texto no revisado por el autor.

 

 

Juan 4:1-4

  1. Estamos en el contexto de la historia de la mujer Samaritana. Jesús estaba con los discípulos en Judea, un lugar noble, de grandes acontecimientos. La razón por la que Jesús salió de allí y viajó a Galilea se explica en el capítulo 4 del evangelio de Juan. Es muy interesante que el apóstol Juan añadiera esta explicación, porque a los judíos les parecía que había una competencia. En la obra de Dios solo hay una dirección, no hay confusión, no puede haber dos obras que compitan entre sí. Juan el Bautista, lleno del Espíritu Santo, hizo un excelente trabajo preparando el camino del Señor Jesús. Él fu usado en el bautismo, donde testificó que Jesús es el Hijo de Dios. Hasta aquí el trabajo de Juan fue de excelente nivel. Sin embargo, no se retiró para dejar espacio al Señor.

Juan 2:23-25

  1. La naturaleza humana no es confiable. Las personas necesitaban ver las señales que Jesús hizo para creer en Él. La mejor opción es identificar que Jesús era el Cristo por fe, independientemente de las señales. Nuestros adolescentes no necesitan señales para creer que esta palabra viene del Señor, las señales los siguen. Necesitamos aprender a identificar el hablar del Señor, a creer en la palabra, y enseguida vendrán las señales. Tenemos elementos del viejo hombre que fueron adquiridos en la caída, cuando el hombre se desconectó de Dios, el pecado y la muerte entraron y pasaron a todos. Por la fe en Jesús obtuvimos la vida eterna, pero todavía llevamos dentro de nosotros la naturaleza caída, que no es confiable. Juan debería haber salido de escena. Como Jesús le dijo a Nicodemo: es necesario nacer de nuevo y de lo alto, el que nació de la carne, continúa siendo de la carne, pero el que nace del espíritu es espíritu.

Juan 3:8

  1. Debemos ser conscientes de que tenemos una vida espiritual en nosotros, pero todavía tenemos la vida natural. No basta con nacer del Espíritu, necesitamos andar en el espíritu. “El viento sopla donde quiere, oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo el que es nacido del Espíritu”. Si andamos por el hombre natural, no somos confiables. Juan no salió de escena, fue receloso de deshacerse de su grupo de discípulos. Tenía mucha popularidad y fama entre los judíos. Necesitamos limpiar nuestro corazón y acercarnos al Señor con un corazón puro. Lo único que importa es hacer la voluntad del Padre.

 

  1. Jesús comenzó a bautizar en Judea. A los judíos y a los forasteros les parecía que había una competencia. Eso no está bien, porque Dios no tiene dos obras en la tierra. Quisiera hacer esa advertencia. El apóstol Juan tiene un objetivo mucho más grande que la sola descripción, ir a la profundidad. Por eso, los hermanos se han tomado muy en serio la inmersión en la palabra, porque nos saca de la superficialidad. No se trata solo de proclamar, sino de pedir al Señor que nos permita penetrar en la profundidad de la Palabra, que es lo que realmente le interesa a Dios revelarnos. Esto cambia nuestra esencia y somos llenados de realidad. La inmersión, la transcripción y el grito de guerra nos han ayudado a profundizar en la Palabra, en lo que Dios quiere revelarnos en los escritos de Juan, no en la esfera terrenal, sino en la celestial.

Juan 1:1

  1. Quiero mostrar dos cosas antes de comenzar el mensaje: la importancia de la Palabra y la importancia de la actitud del hombre en lo tocante a la Palabra. Jesús era ante todo el Profeta, enviado por Dios, y por lo tanto no habló Su propia palabra, sino la de Aquel que lo envió, que es la Palabra de Vida. Por eso, Juan enfatiza en los primeros versículos de su evangelio y de la primera epístola: “En el principio era la Palabra, la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Esta Palabra no fue creada a medio camino, sino que existía desde la eternidad como el Hijo de Dios mismo, que Dios usa para hacer Su obra hasta Su conclusión. ¿Cree usted eso?

1 Juan 1:1-2

  1. “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos, tocante al Verbo de vida.” No es con respecto a la doctrina, seminario, sino con respecto a la vida. Toda obra de Dios es por la Palabra de vida. Esta Palabra es un vehículo para traer la vida de Dios al hombre y así hacer Su voluntad. Juan quiere llevarnos a la profundidad. Toda la obra de Dios comienza con la Palabra de Dios. Dios dijo: “Haya luz, y fue la luz”. No hay complicación, Dios habla y la obra es hecha.

Juan 2:5

  1. El vino se acabó en el mejor momento de la fiesta. María fue a hablar con Jesús, y Jesús le respondió: “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha llegado mi hora”. ¿Qué significa eso? No es el hombre quien me da órdenes, quien me ordena hacer algo, es mi Padre quien está en los cielos. Entonces María dijo a los que servían: “Haced lo que os dijere”. ¿Cómo va a hacer Dios la obra en la iglesia? Voy a decir lo mismo que María: “Hagan lo que Jesús diga, como Él habló”. No hace falta añadir nada, inventar, complicar o explicar demasiado. La palabra que Jesús habló hará la obra. Debe existir la palabra y la contraparte, es decir, hacer inmediatamente de acuerdo con lo que la palabra determina. Las tinajas con agua debían ser llevadas al maestresala. En ese momento, si ellos dijesen: qué tontería, acabamos de colocar agua, ¿cómo se la vamos a llevar para que la pruebe? Eso demuestra que, si dudamos y no lo hacemos de acuerdo a la palabra del Señor, añadiendo cuestionamientos, no funciona. Ellos lo hicieron y pudieron testificar que el agua se convirtió en el mejor vino. Esto está sucediendo hoy.
  1. Desde la fundación del mundo hasta la plenitud de la dispensación de los tiempos, cuando Cristo encabece todas las cosas, la palabra de Dios es la que hace la obra. En el primer siglo, el Señor usó al apóstol Pedro, inicialmente representando a los doce discípulos, él era el portavoz. Él era el canal para hablar la palabra de Dios, no había otro. ¡Qué confusión habría en medio del pueblo de Dios, recibir dos voces diferentes! El evangelio se extendió desde Jerusalén a través de Judea hasta Samaria. Pedro fue usado para abrir la puerta del reino de los cielos, tanto para los judíos como para los gentiles, que creían en el Señor Jesús. Ambos fueron bautizados para ser miembros del único Cuerpo de Cristo, donde no hay distinción entre judíos y griegos. Esta distinción impidió que Pedro llevara el evangelio a la tierra de los gentiles, por mantener las tradiciones de los judíos.

1 Corintios 15:9-10

  1. Dios se vio obligado a levantar a Saulo. Pablo se consideraba a sí mismo el más pequeño de todos los santos. Por lo general, el canal escogido por Dios no se cree digno, a diferencia de los que disputan posición. Pablo decía: “Yo soy el más pequeño de los apóstoles, fui perseguidor de la iglesia, pero por su gracia me consideró fiel y me designó para este ministerio”. “Por la gracia de Dios, soy lo que soy. Trabajé mucho más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios en mí”. El canal escogido por Dios no habla sus propias palabras, sino lo que Dios quiere hablar y se le muestra a través de revelaciones.
  1. Luego vino Juan y aconteció de la misma manera. En el tiempo de Pablo, ya había mucha competencia, porque el hombre no tenía este punto de vista. Entre los griegos, había muchos partidos y escuelas filosóficas, tenían un menú de opciones filosóficas para elegir. En la obra de Dios no existe tal menú. Si no sabemos esto, trataremos con la obra de Dios, como lo hacemos con las cosas aquí en la tierra, tomando nuestras propias decisiones. Si este es el caso entre el pueblo de Dios, la obra de Dios en la tierra no se puede llevar a cabo. Por lo tanto, he enfatizado este término palabra profética para diferenciarlo de la sola información o doctrina. La palabra profética es la que Dios nos habla, que es Cristo mismo, viniendo por revelación y llegando a la iglesia como una provisión de vida, a través de un canal. Por eso, el enemigo ataca, queriendo llevarnos de vuelta a la época griega, donde podemos elegir y preferir a uno u otro. En la obra de Dios no es así. El enemigo quiere confundir y generar competencia, pero no hay confusión. A diferencia de cualquier otra palabra, la palabra profética se cumple y se confirma por señales, prodigios y milagros que la siguen, haciendo avanzar a la iglesia.
  1. Moisés no fue llamado por el Señor para servirle cuando tenía 40 años y estaba lleno de sí, preparado en la mejor universidad de Egipto, hablaba bien, era un orador, al contrario, se incriminó y tuvo que huir al haber matado a un egipcio. Fue sólo después de cuarenta años en el desierto, donde no pudo aplicar todo el conocimiento de Egipto, que el Señor lo llamó cuando había renunciado a toda su capacidad propia y elocuencia. Por eso rogó al Señor que enviara a otro en su lugar. Aquí vemos que Dios elige un canal, después de haberlo trabajado, cuando se juzga incapaz. Esta madurez hace que el hombre se dé cuenta de que es incapaz de llevar a cabo la voluntad de DiosAdemás, la señal que Moisés vio en el llamado de Dios fue el fuego que ardía en una zarza, que no se consumía. Dios no usa la capacidad humana como combustible, sino como soporte, la habilidad y la experiencia humana no pueden hacer la obra de Dios. “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (2 Corintios 4:7).

Números 12:2

  1. Aarón era más elocuente (fue designado por boca a Moisés) y María, la mayor, más madura, se rebelaron contra Moisés, usando como excusa a la mujer que había tomado por esposa, pero en sus corazones el motivo era diferente: “¿Ha hablado el Señor solo por medio de Moisés? ¿No ha hablado también por nosotros? Es lo mismo que decir: “¿Sólo hay un hablar profético? ¿Hay un solo hombre que Dios usa para hablar Su Palabra? No es posible”. Estas preguntas comienzan con aquellos que se creen capaces de ser elegidos por Dios. Sin embargo, Dios tiene sus razones para no elegirlos. El que se cree capaz no será elegido. Aquellos que piensan que son mejores, Dios no los elige. Por lo tanto, cuestionan y comienzan a hacer un trabajo de oposición. 

Números 12:3

  1. “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”. Este versículo, en este contexto, muestra la mansedumbre de Moisés, por no tener ambición por cargo. En su corazón, no hay el más mínimo concepto de posición y primacía. El canal que el Señor elige ya no tiene esperanza en sí mismo y se cree incapaz. La ambición por la posición arruinó la historia de la Iglesia a partir del siglo II, cuando surgió la jerarquía y el clericalismo, cada uno quería ser mejor que el otro, vinieron luego los obispos, arzobispos, cardenales, hasta llegar al Papa. Esto es escalar la posición con el fin de buscar ser mejor que el otro.

14. Lucifer fue creado sabio, capaz y hermoso, su orgullo hizo que Dios lo arrojase por tierra. Jesús tomó el camino inverso, de la humildad, desde su nacimiento humilde, y no buscó nada para sí mismo, sino solamente agradar y hacer la obra del Padre que lo envió. Cuanto más quieras obtener posición en la iglesia, más entras por el camino de Satanás. No busque cargos en la iglesia con manipulaciones y palabras bonitas. No vayas por ese camino, humíllate y toma la lección de la cruz.

Números 12:6-11

  1. Hay profetas entre el pueblo, y cuando Dios quiere usarlos, el Espíritu los comanda por una sola línea. Cuando María habló en contra del siervo Moisés, quedó leprosa, y Aarón le rogó a Moisés que orara por él para que no quedara también leproso. Entre los que cuestionan la palabra profética, uno de los principales vinos a conversar conmigo: “Hermano Pedro, estás hablando demasiado de la palabra profética y parece que te estás exaltando y promocionándote. Los hermanos están queriendo idolatrarte”. Esta es su preocupación. Aquellos que tienen estos cuestionamientos a menudo piensan que deberían estar en el lugar, siendo usados por Dios. Dios no escogió a Lucifer, sino a Su Hijo. Estoy hablando palabra profética por fidelidad al Señor, y Dios obra hoy a través de Su palabra. Sin ella, la obra de Dios para. No tengo el menor concepto de exaltarme a mí mismo. No se me pasa por la cabeza autopromoverme. Solo quiero ser fiel al Señor.
  1. Luego viene la ira. La envidia se apoderó de Caín y a través de ella viene la ira, el odio contra su hermano Abel. Hay una odiosa oposición a la palabra profética. Hay personas que escuchan en detalle, no para ganar vida, sino para criticar. Por odio y envidia. Jesús no quiere competir con Juan el Bautista. Al igual que no queremos competir con nadie. Nuestra única preocupación es que la obra de Dios siga adelante. La voluntad de Dios tiene que ser hecha y el Señor tiene que regresar.

Números 16:1-3

  1. Personas importantes, elegidas por el mismo pueblo, se reunieron contra Moisés y Aarón, acusándolos de exaltarse por sobre el pueblo de Dios, porque entendían que toda la congregación es santa, y que el Señor estaba en medio de ellos; esta es la señal de que tenían sed de posición y poder. Sin embargo, Dios no los eligió. Es por eso que algunas personas les preocupan que nos estemos exaltando a nosotros mismos. Hay un dicho chino que dice que el ladrón desconfía de todos, si te sientas a su lado, se asusta y asegura su billetera, ya que él aprovecharía la oportunidad para robarte. Si no eres un ladrón, no te preocupas con eso. ¿Por qué se exalta Moisés a sí mismo sobre la congregación, si toda la congregación es del Señor y tiene los mismos derechos, quién los puso en el liderazgo? Dios los ha puesto en el liderazgo del pueblo.

Números 16:4-35, 41, 49

  1. Durante todo ese tiempo el Señor le había dado a la tribu de Leví la oportunidad de servirle, debían estar agradecidos y no ir en contra de Moisés y Aarón. Datán y Abiram no subieron a estar Moisés, porque la rebelión ya estaba en ellos. Entonces la gloria del Señor se apareció a toda la congregación. El Señor mismo vino a vindicar: “Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento”. El Señor necesitaba limpiar esa rebelión. No convivas con sus pecados de rebelión, sino posiciónate y aléjate. Por lo general, los rebeldes inician la rebelión contaminando a los que están dentro de su propia casa. “Y dijo Moisés: En esto sabréis que el Señor me ha enviado a hacer todas estas obras, que no son mías.” Moisés no candidateo ni se colocó sobre la congregación, sino que el Señor lo envió. Dios hace la obra a través de la Palabra que Él ordena a Su enviado. Estaban luchando contra Moisés, pero esas obras no eran de él. El pueblo se volvió de nuevo contra Moisés, y la gloria del Señor apareció de nuevo para vindicar Su obra. Los que murieron a causa de esa plaga fueron catorce mil setecientos. Que el Señor tenga misericordia de nosotros. No nos envolvamos con los que cuestionan.
  1. La palabra no venía de Moisés, sino del Señor. De la misma manera, hoy, la palabra no viene de un hombre, sino del Señor. Esta palabra es probada por las confirmaciones de señales y prodigios. Nuestros adolescentes están experimentando esto porque son sencillos y creen en la palabra profética, practicándola con sencillez. Están ganando otros adolescentes. Ayer, en el lado este, fueron a visitar a una familia y la madre invitó a catorce adolescentes más. Hicieron inmersión y gritos de guerra. Cuando llegaron, aparecieron cinco adolescentes más. Dios está haciendo la obra a través de Su palabra. Son diecisiete nuevos adolescentes en una sola visita. A eso se suman las más de doscientas casas de adolescentes en todo el mundo. Dios está haciendo esta obra. Yo, Pedro Dong, no tengo la capacidad de hacer esta obra. ¡Jamás! Es la Palabra. Estos cuestionamientos vienen del infierno y quieren detener la obra del Señor, pero no lo harán. El Señor seguirá adelante.
  1. Nuestros preadolescentes y adolescentes están madurando en el Señor rápidamente. Algunas niñas se toman muy en serio el hablar del Señor, pero no dejan de jugar con muñecas, porque no han dejado de ser niñas. Rápidamente, reconocen a los que no están haciendo inmersión, porque están inmersos en la palabra. Van a crecer en ese ambiente, en esa cultura, teniendo la experiencia de que la Palabra hace la obra.

Salmos 110:3

  1. El Señor está levantando un ejército formidable. Aquí aparece el término “santos ornamentos”. (Versión ARA portugués) Cuando Dios creó a los príncipes angelicales, cuando creó a Lucifer, lo hizo en un ambiente de adorno, piedras preciosas, engastes de oro. Cuando Dios crea a un príncipe, lo hace de acuerdo con el honor que recibe de Dios. Lucifer debe haber recibido un alto grado de ornamento, como uno de los más importantes de toda la creación. Es por eso que el orgullo se apoderó de su ser. En los Salmos, estos “santos ornamentos” son para honrar a Cristo, el Hijo. ¿Qué ha dado Dios como santos ornamentos para Cristo? Un ejército de jóvenes santos. Dios les dio a ustedes, jóvenes y adolescentes, para honrar a nuestro Señor Jesucristo para hacerlo rey sobre las naciones. Es por eso que Dios los dio como un ejército para traerlo de vuelta. Ustedes no tienen más cuestionamientos y son sencillos. Al crecer en esta cultura, imagine lo que Dios puede hacer. Creemos con sencillez.

Juan 4:19-21, 23-30

  1. Cuando Jesús le dijo a la mujer samaritana: “Yo soy, el que habla contigo” (v 26), esa palabra salvó a la mujer. Los discípulos fueron a la ciudad a buscar comida y regresaron solos. Podrían haber anunciado que estaban con Jesús, el Cristo, y al igual que la mujer, podrían haber llamado a la gente a verlo. Ella inmediatamente, dejó su cántaro, el instrumento de su religión. Cuando nos encontramos con Jesús y recibimos la Palabra viva, dejamos la manera antigua, las estructuras religiosas. La manera tradicional de adorar y servir al Señor requiere esfuerzo humano, tener un cántaro y una cuerda para ir a buscar agua del manantial profundo. Ahora, Jesús ha llegado, no es más ese camino. Necesitamos buscar a las personas porque disfrutamos de la palabra profética.
  1. Los hermanos fueron a visitar una casa, la madre invitó a los adolescentes, y diecisiete de ellos fueron alcanzados y se beneficiaron de la palabra profética. No necesitamos, de ahora en adelante, andar con cántaros, de nuestra manera, con manivela. Yo mismo, durante un tiempo, me aburrí de venir a las reuniones. ¡Gracias a Dios! Qué alegría, porque Jesús está aquí, la Palabra está aquí, y tenemos alegría y vida. Así que podemos traer a toda la ciudad.
  1. La mujer que tenía cinco maridos y vivía con uno que no era su marido, a pesar de que estaba llena de tradiciones religiosas, confiando en el pozo de Jacob y en su cántaro, llevando una vida de insatisfacción, fue iluminada por las palabras de Jesús, testificando: “Él me ha dicho todo lo que he hecho”. Fue solo una palabra, “Yo soy”, la que salvó a esa mujer. Qué cambio tan rápido de alguien que era un pecador, a alguien que proclama a Jesús en la ciudad. Una persona que gana de esta manera viva, está llena de vida para reproducir lo que ha recibido y traer a otras personas. Juan quiere revelarnos que las tradiciones religiosas, en las que tanto confiamos, están en el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios dijo en Génesis: “El día que el hombre coma del árbol del bien y del mal, morirá”. El Señor Jesús vino como la Palabra para dar vida al hombre.

Juan 4:31-38

  1. Jesús estaba diciendo con estos versículos que ya estaba satisfecho, porque había hecho la voluntad del Padre al salvar a esta mujer que quería traer la ciudad para ser salvada también. ¿No tienes esa sensación? ¿Cuándo se hace la voluntad de Dios a través de ti? Estás tan lleno que no tienes ganas de comer. ¡Gracias al Señor! El alimento físico que sustenta la vida humana es para que el hombre pueda producir para Dios en el reino espiritual. 

Isaías 42:5

  1. Dios extendió los cielos hasta la tierra y creó en ella todo lo que produce para mantenernos vivos. Pero no debemos vivir solo de comida física. Vivamos para Dios, que nos creó con aliento de vida. Tenemos el espíritu humano y no somos como el perro de nuestra casa, que vive solo para comer, para ser fiel a su dueño, para dar cariño y para morir. No estamos aquí solo para comer y morir. El hombre come para hacer la voluntad de Dios. 

Isaías 55:10-11

  1. ¿Perciben que esta es la palabra profética que sale de la boca del Señor? El alimento que el Señor nos da es para producir para Él. No te llenes la boca solamente con comida física. Llénese de la palabra profética a través de la inmersión, la transcripción, durmiendo y despertando con Dios, saliendo a predicar el evangelio. Por eso, el verdadero sentido de la vida humana es hacer la voluntad de Dios y llevar a cabo Su obra. La voluntad de Dios es gobernar la tierra a través del encabezamiento de Cristo y hacer Su obra a través de la palabra que sale de Su boca. Eso le da verdadera satisfacción al hombre. Estamos felices de que la Palabra de Dios esté haciendo la obra.

Juan 4:35-36

  1. La vida que recibimos cuando creemos en Jesús es, en sí misma, reproductora. No podemos vivir restringidos, en una vida entre cuatro paredes. ¡Gracias a Dios! El Señor nos dio un nuevo comienzo y obtuvimos una vida que nos llevó a predicar el evangelio a todos, al igual que la mujer samaritana. Proclamamos que hemos encontrado a Cristo, el agua de la vida, una fuente que brota para la vida eterna. Esta agua no solo sacia nuestra sed, sino que brota como agua viva para otros, tanto para la siembra como para la cosecha. 
  1. La mujer samaritana creyó en el Señor e inmediatamente salió a la ciudad para anunciar a Cristo. Nuestros colportores y jóvenes que están ansiosos por reproducir esta vida están bajo este efecto. La vida quiere reproducirse. Cuando obtienes beneficios, quieres que otros puedan beneficiarse. Nuestra predicación del evangelio no es por interés, sino por amor a las personas y una reacción espontánea de esa vida. Hoy escuchamos que una persona fue abordada por uno de nuestros jóvenes cuando estaba a punto de arrojarse a un automóvil y suicidarse, su vida fue salvada. Esto es hacer la voluntad de Dios. No podemos acomodarnos entre cuatro paredes y permanecer insensibles al llamado de la vida reproductora, que está dentro de nosotros, y quiere dar vida a los demás, una fuente que brota para la vida eterna. Salgamos a predicar el evangelio del reino que resultará en el encabezamiento de Cristo en la vida de las personas. La vida de las personas se pondrá en orden.

Juan 4:35-38, Mateo 24:14

  1. Segar significa cosechar el fruto de la siembra, que es hacer el trabajo final de la predicación del evangelio del reino, para que llegue el fin. En el tiempo de la mujer samaritana, se sembró el Pentateuco, la ley, y ahora los discípulos tenían la misión de cosechar. La mujer samaritana, aunque religiosa, tenía dentro de sí la semilla de la palabra, de que el Cristo, el Mesías, había de venir. Es por eso que ella pregunta: “¿Adoraremos en esta montaña?”. Jesús pudo hacer la siega, la cosecha, y esa mujer fue llevada al granero de Dios. En lo que a nosotros respecta, somos los trabajadores de la última hora. Durante veinte siglos, muchos han predicado el evangelio, ahora nos toca a nosotros cosechar. No se trata solo de predicar el evangelio para sacar a la gente del infierno; sino el evangelio del reino, para que la gente pueda vivir de la iglesia, siendo encabezada por Cristo, junto con nosotros. Cosecharemos lo que no hemos sembrado y edificaremos el Cuerpo de Cristo.

Juan 4:35-38, Mateo 24:45-47, Apocalipsis 3:10

  1. A la iglesia en Filadelfia, Dios promete dar el galardón y librarla de la gran tribulación, siendo introducidos y arrebatados al tercer cielo como vencedores. Si usted es uno de esos que están cuidando de aquellos a quienes el Señor ha confiado, proveyéndoles sustento en el momento adecuado, tengan la seguridad de que cuando el Señor regrese, Él les confiará todos sus bienes. Por lo tanto, uno es un sembrador y el otro es un segador. El Señor nos ha enviado a cosechar lo que no hemos sembrado. Otros trabajaron y nosotros entramos en su trabajo. En el siglo XXI, en la historia de la iglesia, muchos han sembrado, y hoy, a la hora undécima, vamos a recoger la cosecha. Quiero ser uno de esos segadores. Realicemos la cosecha y traigamos de vuelta al Señor.

 

¡Jesús es el Señor!

 

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