- Jesús no vino a hacer obras poderosas, a buscar aplausos o elogios. Al contrario, se humilló a sí mismo y obedeció hasta la muerte, y muerte de cruz. Este es el camino que Dios quiere para cada uno de nosotros, no el de la capacidad, sino el de la humildad, la obediencia y la cruz. Debido a que Jesucristo tomó este camino, fue grandemente exaltado. Este es el único camino para la obra de Dios (Filipenses 2:5-9).
- Jesús recibió toda la autoridad para hacer la obra de Dios. Ahora, como Cabeza, Él necesita la cooperación del cuerpo. ¡Id! Salgamos a las calles, prediquemos el evangelio del reino, oremos por las personas, esto es, hacer discípulos. El evangelio del reino hace discípulos y coloca sus vidas bajo el encabezamiento de Cristo (Isaías 55:10; Juan 4:34).
- Dios aún necesita colocar a Cristo como Cabeza sobre todas las cosas. Para ello, es necesaria la edificación de la iglesia. Es por esta razón que el Padre y el Hijo trabajan hasta ahora. Ha llegado el momento de que la iglesia diga: “¡Yo también!” ¡Trabajemos para edificar la iglesia y traer de vuelta el Reino de Dios! (Efesios 1:22; Juan 5:17).
- “Hoy percibimos una nueva cultura implantada y abrazada por niños, adolescentes y jóvenes, que han permanecido sencillos para obedecer la palabra profética y practicarla. Esta nueva generación está lista para ser una generación de vencedores”. (¡El que tenga oídos, oiga! — Lecciones de Pérgamo y Tiatira, pág. 62