- Un profeta enviado por Dios no puede testificar sobre sí mismo, incluso si otro hombre puede dar testimonio sobre un profeta, Jesús no acepta el testimonio humano. El testimonio de quien es enviado por Dios es dado por el Padre mismo que lo envió, con la confirmación de la palabra del enviado por medio de señales, milagros y prodigios. ¡Esa es la norma de Dios! (Juan 5:30-37; (Lucas 1:32-34.).
- Si la palabra que el profeta habla realiza la obra de Dios, ciertamente es enviado por Dios. Hemos sido testigos de lo que Dios ha hecho entre nosotros, por medio de la inmersión en la palabra profética, el colportaje dinámico, casa de adolescentes y muchas otras herramientas, el evangelio está avanzando (Hechos 2:22).
- No es por nuestra capacidad que se hace la obra de Dios. Es suficiente para nosotros creer en el enviado y escuchar su palabra como la palabra de Dios, y ella hará Su obra (Juan 6:28-29; 1 Tesalonicenses 2:13; 2 Corintios 3:5).
- “Muchos padres y familias están tomando el encargo renovado por las cosas del Señor. Hoy nuestros niños, adolescentes y jóvenes están creciendo en este ambiente saludable donde no hay resistencia para abrir la boca a fin de orar por las personas y predicarles el evangelio”. (¡El que tiene oído, oiga!— Lecciones de Pérgamo y Tiatira, pág. 84).