- La restauración de Sion depende de nosotros. Le corresponde a la iglesia, en primer lugar, realizar las acciones necesarias para que el Señor venga. Dios necesita obreros de la última hora, que no sean convencionales y estén desesperados por Su Palabra, porque Él tiene prisa. (Isaías 54:1-5; Mateo 20:1-16.)
- Nuestro Dios es el Dios de toda la tierra. Llamó a Abraham y le prometió a él y a sus descendientes la tierra de Canaán. ¡Dios ha prometido darnos la buena tierra! ¡Ese es nuestro destino! Todavía nos queda un resto, el milenio en el reino. (Génesis 12:1-3; Hebreos 4:1-11)
- Todos los cristianos regenerados por el Espíritu tienen el derecho de participar en la eternidad del nuevo cielo y la nueva tierra en la Nueva Jerusalén, pero no todos participarán en la entrada a la buena tierra que es el milenio. Nuestra esperanza no es la Nueva Jerusalén, porque ya está asegurada, sino que esperamos la venida del Señor y el galardón del reino. ¡No renunciamos a esto! (Apocalipsis 2:26, Apocalipsis 3:21, Apocalipsis 20:1- 6, Apocalipsis 21:1-7).
- “A nuestros propios ojos, uno puede hacer muchas cosas buenas sin que sean parte de la voluntad del Señor. La voluntad del Señor es hacer que Cristo encabece todas las cosas”. (Alimento Diario, Libro 1, Semana 3, jueves, p. 49)