- ¿Cómo se prueba quién es el enviado de Dios? Las obras realizadas prueban, confirman, dan testimonio que Jesús fue el enviado de Dios. Si Dios confirma una palabra hablada con señales, milagros y prodigios, esa palabra viene de Dios (Juan 5:30-37; Deuteronomio 18:18-22).
- Si no creemos en el enviado de Dios, su palabra no es eficaz para con nosotros. (Juan 5:38; 1 Tesalonicenses 2:13).
- El milagro de la multiplicación de los panes nos revela que el Señor desea usar a los “niños” por su sencillez. Ese muchacho, de forma sencilla, presentó lo que tenía. Esta actitud le brindó a Jesús la oportunidad de multiplicar los panes y los peces (Juan 6:1-15).
- Sin embargo, sólo por el muchacho, la multiplicación de los panes no habría sucedido. Dios también necesitaba usar a Sus discípulos, quienes cooperaron con Él. Dios quiere usarnos a todos. Los jóvenes adultos fueron llamados para ayudar a los “muchachos”. Con esta ayuda ellos pueden ser transformados y el buen testimonio es expresado a sus amigos y familiares (Juan 6:1-15).