Mens. 27: El que Cree en Mí, de Su Interior Correrán Ríos de Agua Viva

Palabra ministrada por el Hermano Pedro Dong, transmitida por el Instituto Vida para Todos, directamente desde el Auditorio de la Iglesia en São Paulo – SP, el 28/01/2024. Texto no revisado por el autor.

 

 

  1. Actualmente estamos hablando de la permanencia del Señor Jesús en la Fiesta de los Tabernáculos. En mensajes anteriores mostramos que las fiestas que el Señor estableció para el pueblo de Israel indican que nuestro Dios es un Dios de fiesta. Él había prometido al pueblo que poseerían la buena tierra, cuyos productos serían para celebrar una fiesta. Nuestro Señor Jesús es la buena tierra prometida a Su pueblo como disfrute y nos fue ofrecida para trabajar en ella. Cuando hacemos transcripción e inmersión cultivando el amor reverente por la palabra, se produce en nosotros la realidad espiritual, ese disfrute se lleva a las reuniones, donde realizamos una fiesta.
  1. La Fiesta de los Tabernáculos es también la cosecha. Para esta fiesta se recolectan todos los frutos y se preparan los alimentos. En la actualidad, el milenio es la representación de esta fiesta. Estamos trabajando en la Iglesia para la Fiesta de la Cosecha, la manifestación del reino de los cielos. ¿Qué está haciendo Dios en el tiempo actual? ¿Por qué nos dejó en esta dimensión? ¿Cuál es el propósito del tiempo?

Efesios 1:9-10

  1. En la conferencia Generación Santa, pregunté a los adolescentes ¿cuál es la voluntad de Dios? Supieron responder muy bien. Quizás muchos adultos no lo sabían y la confunden con la voluntad de Dios para sus propias vidas. “Revelándonos el misterio de Su voluntad”. El misterio de la voluntad de Dios se revela en Efesios. La frase “reunir todas las cosas en Él” en griego es lo mismo que hacer que Cristo sea cabeza de todas las cosas. Dios desea hacer que Cristo encabece todas las cosas. ¿Cómo hace Él esto? Dando a Cristo a la Iglesia.

Efesios 1:22-23

  1. La Iglesia tiene la responsabilidad de hacer que Cristo encabece todas las cosas. En primer lugar, Cristo necesita encabezar la Iglesia, y por medio de ella, Él encabezará todas las cosas. ¿Y qué significa hacer esto en la “dispensación del cumplimiento de los tiempos”? Dios creó el tiempo con este propósito, Él es autoexistente y vivía en la esfera de la eternidad, donde no hay tiempo. Sin embargo, cuando creó la dimensión del espacio, donde estamos ubicados, comenzó la cuenta del tiempo. Finalmente, Dios creó al hombre y hoy estamos en el año 2024. Ya estamos en el fin de la dispensación de los tiempos. Tenemos la responsabilidad de terminar esta tarea, de hacer de Cristo la cabeza, primeramente, de la Iglesia, tenemos que trabajar para ello.
  1. La Iglesia no es una institución religiosa humana, sino el Cuerpo de Cristo, que, a su vez, es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. La Iglesia tiene la responsabilidad de permitir primeramente que Cristo venga a llenarla, y una vez que Él la llene, hará lo mismo con todas las cosas. Esto hará que Cristo encabece todas las cosas en el cielo y en la tierra. ¿Cómo hará Dios que Cristo encabece la Iglesia? No es con solo enseñanza. Ni siquiera permitimos que Cristo encabece algunos aspectos básicos de nuestras vidas.

Efesios 3:16; Juan 1:12; Romanos 8:9-11

  1. El Espíritu de Dios necesita fortalecer nuestro hombre interior, ya que este es encabezado por Él. Cuando creemos en el nombre del Señor Jesús, recibimos una nueva vida en nuestro espíritu y nos convertimos en hijos de Dios, ganamos Su vida. Nosotros que ahora tenemos la vida de Dios tenemos a Cristo morando en nuestro espíritu. ¿Está Cristo en ti o no? Los que creemos en Jesús sabemos que el Espíritu habita en nosotros. También sabemos que el ser humano fue creado con tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Nuestro cuerpo está hecho del polvo de la tierra, pero el alma y el espíritu fueron creados por el soplo de Dios y son eternos. Sin embargo, necesitamos creer en Jesús para que Él pueda habitar en nuestro espíritu.

Efesios 3:16-17

  1. Tenemos un alma con mente, voluntad y emoción aún independientes de Dios. Cristo ya habita en nuestro espíritu y ahora necesita gobernar nuestra alma. El hombre interior es el espíritu humano que tiene a Cristo morando en su interior y necesita comandar nuestra alma. El corazón está formado por la conciencia, una parte del espíritu; más el alma compuesta de mente, voluntad y emoción. Cristo, que está en mi espíritu, necesita habitar en mi corazón. Desde el espíritu, necesito poner mi alma bajo el comando del Espíritu. Todo el problema es cuando tenemos un alma sin el encabezamiento de Cristo, queriendo vivir por sí misma. Necesitamos poner nuestra alma bajo el comando del Espíritu de Dios que habita en nuestro espíritu, es decir, hacer que Cristo habite en nuestro corazón. Todo esto se hace por la fe, creyendo en la palabra de Dios. Este amor, relatado aquí, es el amor de Dios. Cuando Cristo comienza a habitar en nuestro corazón, Él también comienza a gobernar nuestra mente, voluntad y emoción. Cuando usted recibe a Cristo en su corazón, Él trae el amor de Dios, que es la dimensión perfecta que existe en el universo y es capaz de unirnos en un solo Cuerpo.

Efesios 3:18

  1. En nuestro mundo visible todo puede regirse por las leyes de la física confinada en el espacio y el tiempo, vivimos en un mundo tridimensional. Este versículo se refiere a las dimensiones espirituales del mismo Cristo, de la eternidad. Usted y yo no podemos entender las dimensiones de Cristo. Siempre los compararemos con las dimensiones de nuestro mundo finito. Si permitimos que Cristo habite en nuestros corazones, basados en el amor de Dios, podremos comprender la dimensión espiritual con todos los santos. Ahora bien, no soy un miembro individual y aislado, sino que dejo ser edificado con los demás y así puedo comprender las dimensiones de Cristo.

Efesios 3:19

  1. A medida que permitimos ser edificados con otros miembros de Cristo, comprenderemos Sus dimensiones. Nuestra mente natural no sería capaz de comprender el amor de Cristo, necesitamos ser llevados al ámbito espiritual. El propósito es ser llenos de toda la plenitud de Dios. Seremos llenos de toda la plenitud de Dios. La manera en que Cristo nos encabece no es sólo por medios de enseñanzas. Incluso podemos conocer la palabra, pero no tenemos el poder para vivir bajo ese encabezamiento. Es necesario ser llenos de Cristo hasta la plenitud de Dios.

Efesios 5:18-19

  1. ¿Cómo seremos llenos del Espíritu? La Biblia registra que no debes embriagarte con alcohol, es decir, las cosas que buscamos en este mundo para darnos placer, como el dinero o el conocimiento. Todo esto puede embriagarnos. Todo el mundo corre tras el dinero, el futuro y la prosperidad. La esencia de la humanidad es correr tras el vino de este mundo. No podemos seguir así. La solución es estar lleno del Espíritu. ¿Cómo? “Hablando entre nosotros con salmos, cantando y alabando al Señor de corazón con himnos y cánticos espirituales”, es decir, trabajando en la palabra.

Colosenses 3:16

  1. Nosotros nos llenamos del Espíritu, por medio de la palabra, Cristo puede habitar en nosotros ricamente. Cuando Cristo habita en mi corazón, me llena con Su palabra. No confíes en tu capacidad para practicar la enseñanza. Usted debe permitir que Cristo lo encabece en todo momento. Pablo nos dio un camino: llenándonos de la Palabra.

Deuteronomio 6:1-7

  1. La Palabra de Dios necesita ser guardada, practicada e inscrita en nuestro corazón. La primera cosa es amar al Señor de todo corazón. En segundo lugar, la palabra debe estar en nuestro corazón y no sólo en nuestras mentes como enseñanza. Necesitamos inculcar, imprimir y grabar la palabra de Dios en el corazón de nuestros hijos, a través de repeticiones seguidas. Así, ella quedará grabada en nuestro corazón. Aquí nos anima a practicar con nuestros hijos, porque ellos reciben la palabra con simplicidad. Los adolescentes pasan todo el día inculcando la palabra. Ellos continúan estudiando y destacándose en la escuela, pero ellos valoran la palabra, de manera que, ella habita ricamente en ellos y los instruye, a través de la inmersión y los gritos de guerra. Vemos claramente el cambio en la vida de los adolescentes. Ahora están haciendo lo que Cristo determina, no por la enseñanza, sino por la inmersión en la palabra.

Efesios 4:10; Juan 1:1, 14

  1. Este concepto de llenar no fue asimilado por la mayoría de los cristianos. Cristo es la Palabra y estaba en el principio con Dios; pero se volvió carne, habitando en medio de nosotros lleno de gracia y de verdad. La Palabra que estaba en la eternidad con Dios, se convirtió en un hombre. Por causa de nuestros pecados, Él vino a rescatarnos. Por el pecado, la muerte entró en el mundo y entró en todos los hombres, todos pecaron y carecen de la gloria de Dios (Romanos 5:12). Esta es la triste historia del ser humano. ¡Gracias a Dios! Él mandó a Su Hijo y la Palabra habitó en nosotros, murió en la cruz y nos redimió de todo pecado. Entonces, en la resurrección la Iglesia fue engendrada.

Efesios 1:19-21; 4:9

  1. Cuando el Señor murió, fue al Hades y descendió a las regiones más bajas de la tierra. Dios lo sacó de allí y lo hizo subir hasta Su diestra. Dios colocó a Cristo por encima de todo señorío, principado y poder, dándole la autoridad. Dios no solo lo sacó de las regiones más bajas de la tierra, sino que Lo hizo ascender por encima de todos los cielos y Lo hizo sentar en los lugares celestiales, sobre todo principado y potestad.

Efesios 4:8

  1. Todos nosotros, después de la caída de Adán, estábamos cautivos por Satanás y bajo la esclavitud del pecado y de la muerte. ¡Gracias a Dios! Cristo, cuando descendió a las regiones más bajas de la tierra, nos sacó del cautiverio, nos llevó a las regiones celestiales y les concedió dones a los hombres. Cuando Cristo fue crucificado, venció todas las cosas en la cruz. Él venció sobre el pecado, los pecados cometidos y recibió la autoridad para perdonar al ego, al mundo, al diablo y al viejo hombre. Cristo obtuvo la gran victoria.

Efesios 2:5-6; 4:11-14

  1. Él nos llevó a las alturas y nos liberó del cautiverio, concediendo dones a los hombres, a las personas para la edificación de la Iglesia. Los hombres liberados son los dones concedidos a la Iglesia. La edificación de la Iglesia es sinónimo de llenar todas las cosas (Vs. 10). A medida que Él llene todas las cosas, nosotros somos edificados. ¿Qué es la plenitud de Cristo? El momento en el que el Cuerpo de Cristo sea totalmente lleno. Nuestro trabajo es dejar que Cristo no llene por medio de la inmersión y el inculcar la palabra. El versículo 14, nos nuestra una alerta para aquellos que gustan de palabras bonitas y doctrinas. Dios quiere darnos la palabra, a fin de llenarnos. No seamos como niños fluctuantes de un lado para el otro, pues usted puede quedar vulnerable a las artimañas de los hombres y ser inducidos al error.
  1. Seremos llenos de Cristo, nos llevará a la plenitud. La palabra de Cristo es la propia verdad y la verdad constituye la propia realidad en nosotros. Trabajando con la Palabra de Cristo, tendremos realidad y contenido. La base del trabajo de Dios es el amor. Sin el amor, no hay “disposición” y nos volvemos individualistas. Necesitamos trabajar siempre en amor. Necesitamos seguir la verdad en amor. Por eso, uno de los ítems de la agenda positiva de este próximo semestre será seguir de cerca la palabra de Cristo.
  1. La conferencia internacional se llevará a cabo en menos de dos semanas, ¿estás inscrito? Vamos a correr detrás de la palabra. No seas perezoso. Vamos a seguir de cerca. También tenemos un calendario de conferencias regionales. Cuanto más cerca estés de la palabra, menos vulnerables serás y no serás engañados por todo tipo de vientos de doctrina. Si sabes de alguien que quiere ir a la conferencia y no puede hacerlo, ora al Señor, ayudemos para que más personas puedan seguir de cerca la verdad en amor.

Juan 7:37-39

  1. Recuerde que el deseo de Dios al establecer la Fiesta de los Tabernáculos es que se haga Su voluntad y en el milenio Dios pueda reunir todo en Su granero. Él establecerá el reino de Cristo por mil años y reinarán los vencedores. Hasta entonces, tenemos mucho en que trabajar. Jesús se levantó el último día de la fiesta, cuando ésta terminó. Algunos que todavía esperaban regocijarse tenían un vacío en su interior. Entonces Jesús dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”.
  1. Usted como oyente humano, en aquella ocasión, preguntaría: “¿quién es este hombre que propone darle de beber a alguien?” No sólo eso, de su interior correrán ríos de agua viva. Más que eso, éstos recibirían el Espíritu que aún no les había sido dado, ya que Jesús no había sido glorificado. ¿El Espíritu de Dios no estaba ya en la creación? (Génesis 1:1-2 ¿Cómo es que todavía no se había dado el Espíritu? Porque Jesús aún no había sido glorificado. Para llenar la Iglesia, Jesús no lo podía hacer en la carne, Él necesitaba convertirse en el Espíritu. ¿Qué significa que Jesús sea glorificado?

Hechos 3:13-15; Hebreos 5:5; Hechos 13:32-34

  1. ¿Cuándo glorificó Dios a Jesús? Los líderes judíos mataron a Jesús, pero en el versículo 13 leemos que: “El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su siervo Jesús y lo resucitó de entre los muertos”. Dios glorificó a Jesús en Su resurrección. En la resurrección Dios Padre dijo: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”. La resurrección de Cristo fue una promesa que Dios ya le había hecho al pueblo de Israel. ¿Aún no era Jesús el Hijo de Dios? Él era el Hijo unigénito de Dios. Al igual que el hombre Jesús, todavía no había sido engendrado como Hijo de Dios. En la resurrección, Dios lo glorificó al admitirlo como Su Hijo. En la resurrección, Jesús fue engendrado como el Hijo primogénito de Dios. Él era el Hijo unigénito de Dios, pero llegó a ser el Hijo primogénito de Dios como hombre. Somos los muchos hijos de Dios, porque el Hijo primogénito abrió esta puerta, a fin de llevarnos para dentro del Padre.

Hebreos 2:9-10; 1:5-6; Juan 17:4-5

  1. Somos los muchos hijos que fueron llevados a la gloria. En la resurrección, Dios le habló: “Yo le seré Padre, y Él me será Hijo”. Dios ordenó a todos los ángeles, buenos y malos, que se postraran ante el Hijo primogénito (Salmo 2:7). En vísperas de Su crucifixión, Jesús rogó al Padre: “Glorifícame, oh Padre, contigo mismo”. Jesús, como hombre, iba a morir para rescatar a los hombres. Sin embargo, tenía un pedido al Padre: “cuando muera, no me dejes en la muerte, glorifícame en la resurrección, no dejes que mi carne vea corrupción”. Dios es la gloria misma y Jesús pide ser glorificado Consigo mismo, con la misma gloria que tuvo con Él antes de la creación, donde vivió como el Hijo unigénito de Dios y estaba en la gloria del Padre, ahora, obedeciendo la voluntad del Padre, Se hizo hombre para rescatarnos y se ofreció a morir en la cruz. Dios lo glorificó resucitándolo de entre los muertos.

Juan 14:1-10

  1. Aquí Jesús estaba hablando a los once discípulos, cuando Judas había salido a traicionarlo. En ese momento, Él abrió Su corazón y dijo: no estén tristes, no se turbe vuestro corazón. “Voy a preparar un lugar para vosotros” y muchos entendieron que la ida de Cristo al cielo era para preparar un condominio de mansiones celestiales. No es en este sentido. Ese lugar es Dios mismo, el Cuerpo de Cristo. “Cuando yo vaya” significa ir a la cruz para morir. Después de Su muerte, Jesús regresaría en resurrección a fin de recibirnos para dentro de Sí mismo. ¿Dónde estaba Jesús? Él estuvo en el Padre. Todo el tiempo, aunque vivió en la tierra, Jesús nunca salió de la presencia del Padre, sin embargo, el Señor Jesús no pudo colocarnos en el Padre sin antes morir y luego resucitar. Cuando el Señor murió y resucitó, Él logró llevarnos al Padre. El objetivo de la muerte y resurrección de Cristo es llevarnos al Padre, por este camino, que es Jesús. Entonces Felipe preguntó: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Nosotros, los hombres, que estamos en la dimensión tridimensional, en la tierra, no podemos comprender la dimensión espiritual. La presencia de Cristo está íntimamente relacionada con las palabras (v.10).

Juan 14:16-18

  1. Aquí el Señor nos muestra que Él estaba con ellos en la carne, pero era una presencia limitada y, un día, se separarían. Sin embargo, el Señor quería estar con nosotros para siempre y, para ello, necesitaba hacer algo: pedirle al Padre que enviara otro Consolador. Consolador aquí en el griego original es un abogado. ¿Sabías que el Señor envió a nuestro espíritu un abogado que nos defiende, que trabaja a nuestro favor? Este Consolador es el Espíritu de Verdad, aquel que trabaja la realidad de Cristo en nosotros, para que no seamos falsos cristianos. Dios quiere darnos el Espíritu de verdad, de realidad: “a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, pero vosotros sí le conocéis” Los discípulos debieron preguntarse: ¿cómo lo conocemos? Conocían a Jesús. El Espíritu de la realidad es Jesús mismo. “Porque él habita con vosotros y estará en vosotros”. Jesús habitaba con Sus discípulos y, después de Su muerte y resurrección, se convirtió en el Espíritu capaz de habitar en Sus discípulos.

1 Corintios 6:17; 2 Corintios 3:17; Juan 20:19-22; 1 Corintios 15:45

  1. Nosotros podemos unirnos a Cristo hoy. Cuando estaba en la carne, no podíamos unirnos a Él. A lo sumo, podríamos vivir en la misma casa y estar siempre en Su compañía, pero no podríamos unirnos a Él. Ahora, podemos unirnos a Él, porque el Señor es el Espíritu y Jesús está aquí con nosotros. Cuando Jesús resucitó, los discípulos estaban en una casa, con todas las puertas cerradas, temerosos de los judíos y el Señor apareció entre ellos. Ahora, ya no en la carne, sino en el Espíritu y necesitaba discípulos en la tierra, como la Iglesia, para hacer la voluntad del Padre. Esta palabra “Espíritu” es pneuma, el aliento santo, el soplo santo. Se había convertido en el Espíritu y podía soplar para dentro de los discípulos. ¿Quién es el último Adán? Cristo. Y Él es el Espíritu vivificante. Él está aquí con nosotros y quiere darnos vida. Cada vez que Lo contactamos, recibimos vida. Hoy, Él nos da vida a través de Su palabra.
  1. Hasta ahora todavía no he explicado sobre el Espíritu. Ya estaba el Espíritu de Dios, del Señor, de Jehová, el Espíritu Santo en la concepción de Jesús. ¿Cómo podemos explicar Juan, capítulo 7, verso 39, donde leemos que el Espíritu aún no había sido dado? Para hacer esto, necesito mostrar cómo se hizo el aceite sagrado de la unción en Éxodo.

 

Éxodo 30:22-25

  1. Estos versículos describen el aceite de la santa unción que se elabora con cuatro especias colocadas en un hin de aceite de oliva. La mezcla de estos componentes da como resultado el aceite compuesto de la unción. El aceite de oliva, el aceite puro, representa el Espíritu de Dios que siempre ha existido. Cuando Jesús dijo que el Espíritu aún no había sido dado hasta ese momento, se refería a la adición de cuatro especias en el Espíritu de Dios, que están relacionadas con la humanidad de Jesús y sus experiencias en la vida humana: muerte y resurrección. Todos estos elementos aún no se habían añadido al hin de aceite puro. Cuando Jesús se hizo carne, Él añadió un elemento a este aceite compuesto que es la encarnación. Jesús se hizo hombre, porque Dios no tenía naturaleza humana. Sin embargo, cuando el Verbo se hizo carne, el elemento de la humanidad se añadió al Espíritu.
  1. Job se quejó ante Dios: “¿Tienes ojos de carne? ¿Conoces los años de un mortal? ¿Conoces el sufrimiento del hombre” (Job 10:4-6)? ¡Gracias a Dios! Cuando Jesús se hizo hombre, experimentó lo que es ser humano, fue rechazado, injuriado, incomprendido y lo experimentó todo por mi causa y por la de ustedes. Experimentó la muerte en la cruz y esta experiencia se añadió al aceite compuesto de la unción. Tampoco permaneció en la muerte, porque Dios lo glorificó resucitándolo de entre los muertos, y fue engendrado como el Hijo primogénito de Dios, siendo glorificado con gloria y honra. Todas estas experiencias debían añadirse a un hin de aceite puro. Así se forma el aceite sagrado de la unción.
  1. Las cuatro especias son 500 ciclos de peso del primer elemento, 250 ciclos de peso de los otros dos elementos intermedios y el cuarto elemento también son 500 ciclos. Son tres unidades de quinientos ciclos que representan al Dios Triuno, siendo la unidad del medio dividida en dos, es decir, aquí tenemos al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo y, entre ellos, al Hijo que murió por nosotros en la cruz, estando dividido en dos. Todo esto representa toda la experiencia de Cristo con la humanidad, la encarnación, el vivir humano, su muerte, la victoria en la cruz, la resurrección y la glorificación, que se suman en un hin de aceite puro, que es el Espíritu de Dios.

 

Juan 7:38-39

  1. Hoy, el Espíritu que recibimos tiene todos estos elementos. Por eso, Él nos dice: “El que cree en mí, como dice la Escritura: De lo más profundo de su ser correrán ríos de agua viva. Pero Él decía esto del Espíritu, que los que habían creído en Él habían de recibir; porque el Espíritu no había sido dado todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado.” El Señor ya ha sido glorificado y hoy podemos disfrutar de todo esto. Estás abatido, deprimido, tenemos el elemento de la resurrección de Cristo. Él puede levantar tu cabeza. ¿Está todavía su hombre natural muy vivo y dispuesto a hacer las obras de la carne? En el Espíritu está el elemento de la cruz y ella puede crucificar al hombre natural. Todo lo que necesitas como hombre, el suministro de Dios y de Cristo, está en ese Espíritu. Él es capaz de suministrarnos todo.

Deuteronomio 8:7

  1. La riqueza de una tierra son sus aguas. Debajo de la buena tierra hay un manantial profundo que tiene un suministro infinito de agua. Sin embargo, si esta agua no llega a la superficie, de nada sirve para la buena tierra. Dios un día determinó que Cristo vendría a la superficie de la tierra, convirtiéndolo en la fuente para beneficiar al hombre. Esta fuente necesita convertirse en un río para beneficiar a muchos a lo largo de los siglos. ¡Gracias a Dios! Él se convirtió en el Espíritu, un arroyo que nos benefició, cuando creímos en Jesús y bebimos de esta agua. Hoy, dentro de nosotros, brota un manantial de vida eterna y ríos de agua viva fluyen en nuestro interior. No debemos reprimirnos ni ser egoístas, sino predicar este evangelio a otros, llevando este Espíritu y agua viva a otras personas.

Mateo 28:18

  1. Necesitamos cumplir nuestra misión. Después de que Jesús murió, resucitó y Dios lo puso en los lugares celestiales, sobre todo principado, dándole toda autoridad en el cielo y en la tierra, nos comisionó: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Hasta la plenitud de los tiempos, hasta que se haga la voluntad del Padre, el Señor estará trabajando con nosotros. No estamos solos, cuando predicamos el evangelio en las calles, ¡Cristo está con nosotros!
  1. Este era el encargo que quería compartir con ustedes. Espero que hayan entendido esta gran verdad que está en la Biblia y que, muchas veces, ha pasado desapercibida para nosotros. Primero: Cristo quiere llenar la Iglesia a través de la palabra y ella nos llena a nosotros a través de la inmersión y el inculcar. Cristo hoy se ha convertido en el Espíritu y puede suplirnos todas nuestras necesidades. Él continúa supliéndonos por medio de la palabra y trabajamos con ella, predicando el evangelio del reino a todas las naciones. En última instancia, traeremos de regreso al Señor, alcanzaremos la plenitud de la dispensación de los tiempos y Cristo encabezará todas las cosas. Al final del milenio, Él arrojará toda desobediencia al lago de fuego y el último enemigo en ser arrojado será la muerte. En este momento, Él entregará el reino a Dios Padre y Dios será todo y en todos por toda la eternidad. Sólo entonces ya no habrá necesidad del tiempo. Mientras el tiempo está corriendo, vamos a trabajar, inculcar la palabra y llevarla a otras personas.

¡Jesús es el Señor!

 

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