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- El Señor quiere andar rápido. Vino a la tierra con el único propósito de hacer la voluntad del Padre. Ese era Su enfoque. Él no vino a hacer Su propia obra, ni buscó popularidad y gloria para Sí mismo. Hoy, Dios necesita este mismo tipo de determinación en la iglesia, porque ella es la continuación de Jesucristo (Mateo 12:46-50).
- Jesús hizo la obra de redención, que ningún hombre podía hacer para cumplir la voluntad del Padre. Su muerte nos rescató de nuestros pecados, y cuando resucitó, se convirtió en el Espíritu de Verdad que entró en nuestro espíritu como la unción interior, enseñándonos acerca de todas las cosas. Tenemos Su Palabra dándonos dirección y Su Espíritu dentro de nosotros (Juan 6:63; 1 Juan 2:27).
- Debemos estar enfocados en hacer la voluntad de Dios, que es hacer de Cristo el rey, la cabeza sobre todas las cosas. Con este fin, Dios ha dado a Cristo a la iglesia, la cual es Su Cuerpo. Él necesita un grupo de personas que estén decididas a hacer Su voluntad, que no busquen su interés, gloria o ambición. Cuidemos nuestros corazones, para que sean puros, y hagamos solamente la voluntad del Padre conforme a nuestro Señor Jesucristo (Efesios 1:9-10; 22-23; Mateo 7:21-23).
- “El poder de la palabra no proviene de las enseñanzas, sino principalmente del testimonio de lo que la palabra ha hecho. Por eso es fundamental vivir experiencias con la palabra, como la mujer samaritana. De esta manera, cuando hablemos a las personas, la palabra saldrá llena de poder, y ellas creerán (Juan 4:41)” (Alimento diario, Libro 5, Semana 3, lunes, p. 41).
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