- Quien realmente debe gobernar es Cristo como Cabeza de la iglesia, y a nosotros nos corresponde tener ese mismo espíritu que tuvo Jesús mientras estuvo aquí en la tierra. ¡No se trata de ser servido, sino de servir! Somos siervos y un siervo no busca recompensa ni reconocimiento (Mateo 20:26- 28).
- El único título entre nosotros es el de hermanos. Tenemos la misma vida corriendo entre nosotros, somos simplemente hermanos y tenemos una sola Cabeza, que es Cristo (Mateo 23:8).
- Nuestra visión es que, si en cada ciudad tenemos hermanos reunidos en el terreno correcto, la edificación de la iglesia no puede limitarse sólo a la edificación de una en una ciudad, sino que debe ser la de todas las iglesias. Ellas juntas forman el Cuerpo de Cristo. Todos somos miembros del mismo Cuerpo, estamos edificando la misma iglesia (Mateo 16:18; 1 Corintios 1:2; 11:16; Apocalipsis 1:11; Hechos 15:41; Romanos 16:4).
- “Aprovechemos cada oportunidad para amar a nuestro Señor y romper para Él nuestro frasco de alabastro y ungirlo con lo más preciado que tenemos. No sabemos hasta cuándo tendremos estas oportunidades” ( Diario de Alimentación, Libro 3, Semana 3, Sábado, página 53 ).
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