1.La palabra que sale de la boca de Dios no es estática, sino dinámica. Él continúa enviando la palabra, y nosotros la recibimos para hacer Su voluntad y ejecutar Su obra, porque en cada palabra Dios tiene un propósito, un plan (Isaías 55:10-11).
2.La palabra de Dios es orden y ejecuta Su obra. Todos somos amigos de Dios, porque hacemos lo que Él dice. Este es nuestro ADN, nuestra identidad, en relación con la palabra (Juan 15:14; Salmos 147:15).
3.La iglesia debe seguir a Su Rey. Él fue de ciudad en ciudad, de aldea en aldea, predicando el evangelio del reino. Nuestra misión es alcanzar toda la tierra habitada. No podemos quedarnos entre cuatro paredes, sino que necesitamos salir a las calles y predicar el evangelio del reino, orando por las personas y sembrando libros en ellas (Mateo 9:35-38; 24:14).
4.Necesitamos oír Su palabra, sumergirnos en ella, inculcarla en nuestro corazón y ejecutar el comando de Dios dado a través de ella cada semana (Deuteronomio 6:6-7) (Alimento Diario, Libro 4, Semana 1, Miércoles, pág. 11).
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