- En Juan 5:39, los judíos que no creían en el Señor Jesús examinaban las Escrituras pensando que tenían la vida eterna en ellas, pero no querían ir a Él para tener vida. Una cosa son las Escrituras, otra cosa es ir al Señor para tener vida. Por eso, necesitamos las Escrituras y necesitamos la voz, del hablar del Señor (Juan 5:39-40).
- Una palabra sin el poder y la sabiduría de Dios no tiene ningún efecto. No es el conocimiento bíblico ni la teología lo que nos darán poder. La palabra de los apóstoles era diferente de las palabras de teología o doctrinas, ya que tenía la demostración del Espíritu y de poder. La Iglesia primitiva perseveró en las enseñanzas de los apóstoles, por lo que la obra de Dios prosperó (1 Corintios 2:4; Hechos 2:42, 47).
- La palabra que hablaba el apóstol Juan era la palabra de vida, la vida eterna misma. Si la Iglesia creyera en la palabra que él proclamaba, esta palabra les haría mantener comunión con los apóstoles, y esta comunión era con el Padre y Su Hijo, Jesucristo. (1 Juan 1:2-3).
- A través de la Palabra de vida, anunciada por el apóstol, fuimos introducidos en la comunión de vida con Dios y con los hermanos. Sin embargo, como Dios es luz, si andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. El asunto del pecado no es sólo una cuestión ética, sino que implica el peligro de interrumpir la circulación de vida (1 Juan 1:3, 6-7) (Alimento Diario, Libro 1, Semana 3, viernes, pág. 52).
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