- El Señor Jesús, el YO SOY, el verdadero, es la existencia misma, la realidad de todas las cosas. Cuando el verdadero tenga realidad en nosotros, tendremos la realidad de la cruz de Cristo y seremos libres del pecado (Juan 8:34-36).
- ¿Estás unido y conectado a qué fuente, a qué árbol? La fuente de Jesús es el Padre, por eso necesitamos estar vinculados y conectados al verdadero, al buen árbol, que produce buenos frutos. Contra los buenos frutos no hay argumento (Juan 8:37-38 KJA; Mateo 7:17-20).
- La palabra produjo músculos en un paralítico que llevaba treinta y ocho años en un lecho; curó a un ciego de nacimiento incluso con el globo ocular completamente dañado; resucitó a Lázaro cuando su cuerpo ya estaba en descomposición. Este es el poder de la palabra. ¡Qué necedad dudar de la palabra del YO SOY! Escuchemos humildemente la palabra del Señor para que opere eficazmente en nosotros (Juan 5:1-18; 9:1-12; 11: 38-46; 1 Tesalonicenses 2:13).
- No caigas en el engaño de la serpiente, más bien mantén la sencillez y pureza debidas a Cristo, la alegría y el amor. No hay odio en nuestro corazón, porque estamos conectados al verdadero, al amor. Somos hijos del amor y amamos a nuestros hermanos. Sólo tenemos una vida y no podemos desperdiciarla, sino que debemos usarla para hacer la voluntad del Padre a fin de ser aprobados en aquel Día (1 Juan 3:11-15; Mateo 7:22-23).