Palabra ministrada por el hermano Pedro Dong, transmitida por el Instituto Vida para Todos directamente desde Santiago, Chile, el 09/04/2023. Texto no revisado por el autor.
- Estamos en una Conferencia en Santiago, Chile, y el Señor ya ha hecho grandes cosas en sólo dos días. ¡Ya tenemos la perspectiva de un CEPEV con 100 participantes! Dios ha preparado un lugar que puede recibir a 100 cepevistas, en la ciudad de Copiapó, ubicada en la región central del país. Creemos que ahora en Chile hay un ejército para actuar en todo su territorio. Nuestra expectativa es que para final de año tengamos 40 colportores trabajando en todas las regiones. El CEPEV estará en Copiapó, pero no es de Copiapó sino de todo Chile. Por lo tanto, cada uno de ustedes debe sentirse dueño de este CEPEV, tener un encargo y ofrendar, principalmente, al inicio de su implementación. Todavía hay que formar toda la coordinación, necesitaremos carros para que el Evangelio pueda ser llevado a todo Chile. Realmente estamos impactados por lo que el Señor ha hecho en estos cortos dos días; 2023 es un cambio de página. Es un nuevo comienzo y Chile contribuirá a traer de vuelta al Señor.
- Ayer hablamos acerca de las maravillosas revelaciones que recibimos del libro de Efesios. Nadie había hablado nunca de la existencia de un río de la gracia allí, pero Dios dio esta revelación a los obreros de la última hora, porque Él tiene interés en producir rápidamente Su voluntad. Hoy quiero consolidar un pensamiento: la obra de Dios no es meramente una obra cristiana humana, sino que es el resultado del fluir del río de la gracia. El hombre busca hacer una obra religiosa para Dios, basada en su capacidad de liderazgo, pero todavía no le da importancia al punto principal, que es la Palabra de Dios. Nunca dejamos la Biblia de lado, pero todavía no le damos importancia a la palabra que Dios tiene para cada momento y que da dirección a la Iglesia, mostrándonos el siguiente paso. Esta es la palabra profética, la palabra que sale de la boca de Dios y nos trae el fluir del río de la gracia. Este fluir nos suple de todo lo que Dios es y tiene, y nos llena con la verdad, del propio Cristo. Dios quiere llenarnos, llenarnos, llenarnos hasta Su plenitud. Llenarnos de Su propia esencia, el amor. La obra que Dios quiere es el fruto de Su palabra, del dispensar del río de la gracia. No es una obra como el hombre piensa, resultado del trabajo humano. La obra del Señor es un fruto.
Isaías 42:5, Génesis 2:7
- En Isaías 42:5 vemos que la tierra tiene que producir algo para el cielo. Aunque también produce algo para su propia subsistencia, ella existe, de hecho, para producir para los cielos. Es por eso que, Dios creó al hombre de una manera única en relación con el resto de la creación. Cuando Dios creó al hombre, lo formó del polvo de la tierra y sopló en él el aliento de vida. El hombre se convirtió entonces en un alma viviente. El soplo de Dios no hace parte del polvo de la tierra, sino que viene de la eternidad, de la esfera celestial, de Su Espíritu. El hombre es el resultado del soplo de Dios y ese soplo se convirtió en el espíritu humano. De todas las criaturas, el hombre es el único que posee espíritu. Un perro, por adorable que sea, no tiene espíritu. En una ocasión, una hermana comentó que había perdido un perro muy precioso, pero que esperaba verlo en la eternidad. Le dije que esto no sería posible, porque el perro no tiene espíritu, pero el hombre, sí. Posee espíritu y también el alma, que es un subproducto del soplo de Dios que contiene una personalidad e identidad humana. Dios no nos quitará nuestras características produciendo un conjunto de robots. Somos diferentes unos de otros y Dios conservará eso. Lo que Él desea es colocar todo esto bajo el único encabezamiento de Cristo, formando un tejido de varios colores. Usted tiene un color, su vecino otro. La diversidad de colores, bajo la dirección del gran Maestro formará un hermoso tejido. La tierra debe producir para el cielo. ¿Y quién produce para el cielo? Aquellos que tienen el aliento de vida y han recibido el Espíritu que viene de Dios. El hombre que vive por el Espíritu producirá algo. Dios quiere producción.
Isaías 55:10,11
- Dios envía lluvia y nieve, regando la tierra, haciéndola germinar y producir, dando semilla al que siembra y pan al que come. La tierra sigue viviendo de su producción. Pero esta producción, sólo es para la subsistencia terrenal, todavía no tiene sentido para La tierra necesita producir para Él. La figura en el versículo 10 revela la realidad del versículo 11, que dice que la tierra producirá para Dios, por la Palabra que sale de Su boca, algo que le agrada. Esa palabra es próspera para lo que fue designada. La Palabra que sale de la boca del Señor hace que el hombre produzca para el cielo. La Palabra es como la lluvia, que hace que la tierra produzca para su subsistencia, pero también lleva al hombre a producir para el cielo. Aquí no se refiere a la ley, a los diez mandamientos, sino a la palabra que sale de la boca del Señor, la palabra para la producción del momento. Esta es la diferencia de la palabra profética a la palabra de la Biblia. No hay palabra profética que esté fuera de los principios bíblicos. Toda revelación, sin excepción, viene de la Biblia, de la palabra logos, pero responde a una necesidad del momento, produciendo algo para Dios en un tiempo determinado. Es por esto hermanos que todos somos ejecutores del mandato del Señor. Usted que es un hermano líder, no solo es un predicador de buenos mensajes o un buen administrador, sino que es un instrumento de producción para Dios, según la palabra profética. El líder no debe desear crear un reino o un feudo para sí mismo, sino más bien hacer una obra con cada palabra que sale de la boca de Dios.
Ezequiel 47:1-9; Juan 3:6,8
- El libro de Ezequiel, en el capítulo 47, nos muestra un río que comienza a fluir desde el umbral del templo. El profeta Ezequiel fue llevado por un ángel para pisar estas aguas, que al principio le daban por los tobillos, luego por las rodillas, lomos, y finalmente lo tomaron por Medir significa el probar de Dios que toma posesión de nosotros. Cuando Él nos prueba y somos aprobados, pertenecemos más al Señor. Cuanto más somos gobernados por Cristo, menos libertad tenemos. El Señor necesita crecer en nosotros. El agua de la gracia necesita crecer en nuestra vida. No se trata solo de predicar una buena palabra, sino de que esta agua se apodere de mi vida, siendo así, encabezado por Cristo. Con el aumento de la medida del nivel del agua, tendré menos libertad, pero el Señor podrá actuar en mí libremente. La última medida de mil codos hizo que el hombre ya no tuviera los pies en el suelo. Mientras tengamos los pies en la tierra, todavía tenemos un punto de apoyo para vivir las cosas terrenales. Pero cuando el Señor hacer subir el nivel de las aguas, ya no podemos poner nuestros pies en la tierra y perdemos nuestro apoyo y control. Esto trae desesperación, porque el hombre no quiere salir de su zona de confort. Pero una vida fuera de la zona de confort es la verdadera vida cristiana y de la Iglesia. Mientras todavía tenga los pies en el suelo, usará su capacidad para administrar la Iglesia y ayudar a los hermanos. Pero Dios quiere elevar las aguas, hasta que usted se pierda, sin saber más a dónde ir. Quiere ir a la derecha, pero el agua lo lleva a la izquierda. Luego sigue la dirección que el agua quiere. Este es el que es nacido del espíritu (Juan 3:6). Somos guiados por el Espíritu y no sabemos de dónde viene el viento, ni a dónde va. Pero seguimos el viento. Para el hombre, eso es una zona desconocida. Por eso muchos no quieren entrar en las aguas y perder el control de las cosas. Muchos años de buena gestión pueden impedirnos experimentar lo nuevo. ¡Deje obrar al Espíritu! Usted será solo un canal, sin tener los pies en la tierra, flotando y sumergido, siguiendo la dirección de Dios.
2 Reyes 5:1-14; Mateo 18:3
- ¿Recuerdan la historia de 2 Reyes 5? Naamán tenía lepra, una enfermedad incurable y considerada inmunda. Era un hombre de guerra, un héroe, pero leproso. No había nadie para Pero en su casa había una sirvienta, una muchacha israelita cautiva, que servía a la esposa de Naamán. Según la traducción hebrea, ella era insignificante, despreciable, pero sabía dónde estaba la cura. Ella le dijo a su señora que había un profeta en Israel que podía sanar a Naamán. Luego fue allí en busca de la cura. El profeta Eliseo ni siquiera salió de casa para recibirlo. Apenas le dio un mensaje a Naamán para que se sumergiera siete veces en el río Jordán. Lastimó su ego. Pero sus subordinados lo alentaron a obedecer la simple orden de Eliseo. Entonces el obedeció, se humilló y se sumergió siete veces. Salió de las aguas con la piel limpia, como la de un niño. ¿Qué mujer no quisiera ese tratamiento? La inmersión en la Palabra hace esto. Tiene una opción: vivir hasta la muerte con lepra o dejar sus conceptos y obedecer la palabra del profeta. Sea simple, insignificante, despreciable. Por eso en Mateo dice que, si no nos hacemos como niños, no podremos entrar en el Reino de los Cielos. Somos muy complicados. Siempre tenemos una lógica y cuando no estamos de acuerdo con lo que está sucediendo, vemos lo que viene de Dios como algo absurdo. Nuestros hijos son nuestros modelos.
- En Brasil, comenzando en Belo Horizonte, los adolescentes y preadolescentes están siendo un modelo de simplicidad y Dios los está usando para hacer milagros y más En la ciudad de Olimpia, un niño de ocho años llevó 20 kits de libros a su escuela, reunió a los maestros y dijo que quería orar por ellos. Pensaron que era ingenuo y gracioso, pero cuando vieron la seriedad del niño, se sorprendieron. Antes de orar, los invitó a hacer la inmersión. Dijo que la inmersión era simple: él decía una oración y los maestros la repetían. Después de la inmersión, oró por ellos y se sembraron los 20 kits. Antes de salir de la sala de profesores, incluso se puso a disposición para orar por ellos en privado. Dos maestras fueron a buscarlo más tarde. Una pidió oración por su matrimonio. El niño era insignificante, pero sabía dónde estaba la cura. Él creyó en la palabra profética y la palabra profética obró. El fin de semana siguiente, esta maestra llevó a su esposo a la reunión de la Iglesia y la segunda maestra se comprometió a llevar también a su esposo. Esto prueba que nuestro concepto obstaculiza lo que Dios quiere hacer. De la manera convencional, como dijo el hermano Dong, nos llevará 200 años traer al Señor de vuelta. No podemos esperar 200 años. Tengo la esperanza de ser arrebatado vivo, por eso estoy trabajando, esforzándome por introducir al pueblo en la tierra de Canaán. Ni siquiera quiero estar en una silla de ruedas. Le pedí al Señor que el rapto sucediera mientras yo tenga salud. ¡Quiero ser arrebatado trabajando, en el campo de batalla! ¿Vamos?
Ezequiel 47:8,9,12; Apocalipsis 22:1,2; Génesis 28:11-19
- El mar descrito aquí es el mar muerto, que recibe las aguas, pero no fluye, ya que está a muchos metros por debajo del nivel del ¿Cuántos años hemos vivido la vida de la Iglesia como el mar muerto? Sólo recibiendo palabras buenas y ricas, y almacenándolas, sin aplicarlas y dispensarlas. Pero ahora, al sumergirse en este río, incluso las aguas del mar muerto se vuelven saludables. Muchos de los que eran como el mar muerto ahora son saludables, predicando el Evangelio, orando por las personas y haciendo colportaje. El río de la gracia, que sale del libro de Efesios y fluye a lo largo de Colosenses, produce muchos frutos. Por el fluir del río, el Árbol de la Vida es ofrecido nuevamente al hombre. Después de la caída, el acceso al Árbol fue cerrado, más por el fluir del río de la gracia, ¡viene también el Árbol! Este árbol da fruto cada mes. La obra de Dios no es simplemente un trabajar. La obra de Dios son los frutos del fluir del río. No es cuánto hace el hombre para Dios, sino cuánto se presenta este hombre como un canal para la realización de la obra de Dios. Quienquiera que esté en el fluir del río produce frutos y lleva cura. El rio que salió debajo del templo en Ezequiel 47, salía de la casa de Dios. En la casa de Dios está la escalera, según el sueño de Jacob en Betel. Cuando Jacob despertó, vio cuán temible era ese lugar, la puerta del cielo, la casa de Dios. En Apocalipsis 22, en la eternidad venidera, este rio sale del trono de Dios y del Cordero. El Cordero entregó la autoridad al Padre. Así que ese trono es de Dios y del Cordero. El río salió de este trono y en medio de la plaza está el Árbol de la Vida, que fue restaurado para el hombre por el río. Este árbol produce 12 frutos, de mes a mes. ¿Qué es ese fruto? Es la obra de Dios, Su voluntad siendo hecha. No es simplemente una obra de nuestras manos, sino el resultado de nuestro disfrute de la palabra profética, por la inmersión. Si usted usa y obedece a esta palabra, usted dará fruto. Esa es la verdadera obra. El que está inmerso en el rio produce fruto para Dios y trae sanidad a las naciones.
Colosenses 3:10,12
- En este versículo se usa el mismo verbo del versículo 10, revestir. Hoy ya no estamos en el viejo hombre. Fuimos transferidos para el nuevo hombre. El viejo hombre se refiere al hombre Cada uno de nosotros vivía para sí mismo. Pero ahora, cuando creemos en Jesús, somos bautizados en un solo Cuerpo. El hombre nuevo no es individual, sino colectivo, la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Cuando Dios nos sacó del viejo hombre, nos transfirió para un Cuerpo y nos convertimos en miembros. A partir de ese momento, ya no vivimos para el viejo hombre. Éramos egoístas e individualistas, compitiendo por lugares prominentes, por pensar solo en nosotros mismos. Pero ahora estamos en un solo cuerpo, en medio de muchos otros miembros. Ya no vivimos para nosotros mismos: vivimos ahora para el Cuerpo. Muchos aún no han cambiado este chip y siguen siendo egoístas en la igreja. Cuando alguien no los trata bien, o sucede algo desfavorable, pronto dicen que la iglesia no tiene amor. Necesitamos entender que ya estamos vestidos del nuevo hombre y nuestro interior, nuestras entrañas y sentimientos más profundos fueron transformados. ¡Ya no vivimos por el egoísmo del viejo hombre, sino por los tiernos afectos de la misericordia! Estamos llenos de compasión, al igual que Cristo. Él no miró para sí. Él miró a la multitudes. No nos miremos más a nosotros, sino para el Cuerpo. Hemos sido cambiados interiormente por el Señor: del egoísmo a la compasión y la empatía. Llegamos a comprender los dolores y dificultades de los demás. Si algún hermano todavía no puede entender la inmersión en la palabra y entrar en el ritmo, no lo critique, sino ayúdelo en amor. Vamos a abrazarlo. Una vez que el pruebe de esto, nunca será el mismo. Nunca le diga a alguien que no está “en el mover”. En el pasado actuábamos así. Pero hoy nos ayudamos mutuamente. Nuestros corazones están llenos de compasión, empatía, bondad, humildad, mansedumbre, longanimidad y paciencia.
Colosenses 3:8,9
- En los versículos 8 y 9 vemos lo que había en las entrañas del viejo hombre: ira, enojo (rabia, furia), malicia, blasfemia (murmuración, hablar mal unos de otros) y palabras deshonestas. Al viejo hombre le gusta hablar de los problemas de los demás, porque piensa que de esta manera se pone en una posición de perfección, por encima de todo y de todos. ¡Basta! ¡No hable mal de los hermanos! Ahora tenemos las entrañas del nuevo hombre. En el mundo cada vez más, hasta los niños aprenden a hablar palabras feas. Pero en el nuevo hombre necesitamos cortar ese lenguaje de nuestras Hablemos palabras saludables, sin mentiras. En el viejo hombre vivíamos en la mentira, pero ahora estamos en la verdad. En el nuevo hombre, ya no tiene ningún sentido mentir el uno al otro.
Colosenses 3:13
- Soportar es sostenerse, ayudarse Ya no somos egoístas. Ya no estamos en el viejo hombre, sino en el nuevo hombre. Los miembros de nuestro cuerpo se preocupan por el bienestar general del cuerpo, por los demás. Cuando hay una herida, todo el cuerpo siente y trabaja para la curación del miembro. Uno apoya al otro. Pero al vivir juntos y al tener todavía una porción del viejo hombre, podemos ofendernos unos a otros. Esas ofensas van a suceder. Pero si no son perdonadas, acumulamos problemas y un día explotarán, dañando el cuerpo. Hoy necesitamos aprender a perdonar. A veces el más fuerte, el más suplido por la gracia de Dios, debe ser el primero en pedir perdón. Tal vez pienses que, porque no has cometido un error, no necesitas pedir perdón. Si todos piensan así, los problemas nunca se resolverán. Alguien tendrá que humillarse y pedir perdón. Mientras no haya perdón, el dolor se acumula, se crea resentimiento y una raíz de amargura, contaminando a muchos otros. No pedir perdón nos hace esclavos. Por el bien del cuerpo, resuelvan hoy las cuestiones pendientes. Todo esto es necesario para que Dios teja un tejido de amor entre nosotros y nos ajuste firmemente. No puede haber ofensas no perdonadas que obstaculicen el ajuste de Dios. Hoy mismo, quite todos los obstáculos. Hemos sido amados y perdonados por Cristo. Él nunca nos ofendió, pero aun así nos perdonó. El perdón no viene por su habilidad, sino por la capacidad de Cristo en nosotros. Cuando por la inmersión, estamos llenos del amor de Cristo, somos capaces de perdonar.
Colosenses 3:14; 1 Corintios 13:10,12,13
- En el versículo 14, la expresión “sobre todas estas cosas” es usada como metáfora de vestir colocar por encima. Es decir, usted ya se vistió del nuevo hombre y ahora, sobre todo, vístase de amor, que es el vínculo de la perfección. Me gustó una versión actualizada de King James que dice: Y sobre todas estas cosas, revestíos de amor, que es el vínculo de la perfección. También hay una versión portuguesa de la Biblia Judía Completa que dice: Por encima de todo esto, revístanse de amor, que une todas las cosas con perfección. El amor es el único elemento que tiene la capacidad de unirnos con perfección. No hay otro elemento en el universo capaz de unirnos, juntarnos, ajustarnos, vincularnos, conectarnos, sino el Ese es el tejido del amor. La palabra “vínculo” en griego es sundesmos, que significa “aquel que une y ata”. La palabra perfección es teleiotes, “el estado perfecto”. Vemos esta palabra “perfección” también en 1 Corintios 13:10. Hoy todavía no vemos al Señor cara a cara, sino que vivimos por fe, por el Espíritu. Hemos logrado tener contacto con Dios, pero todavía lo vemos en parte. Necesitamos la fe como una ventana de acceso a las cosas perfectas, donde Dios está. En el cielo, las cosas espirituales que son derramadas como el río de la gracia, vienen por la fe. A través de esta ventana de la fe, disfrutamos de la palabra profética y Dios suministra hacia nosotros toda Su realidad. La palabra espejo también se puede traducir como ventana (1 Corintios 13:12). Hoy vivimos a través de la ventana de la fe, a través de la cual accedemos a la dimensión espiritual. Ahora lo vemos como por espejo, oscuramente. Pero lo veremos cara a cara, cuando el Señor regrese. Los vencedores podrán experimentar esto primero, y después, en el cielo nuevo y en la tierra nueva, todos los santos verán al Señor cara a cara. Ya no necesitaremos la fe y la palabra profética. Pero hoy, todavía tenemos que hacerlo. Hoy, por la palabra profética y por la fe, recibimos todo lo que viene de Dios y el amor se produce en nosotros. Además, necesitamos esperanza. La esperanza de ser arrebatados y participar en la manifestación del reino de los cielos es lo que me da fuerza, energía y motivación para vivir cada día, para viajar a Chile y animarlos aquí. ¡Es la esperanza! Pero ese día, la esperanza no será necesaria, porque ya habremos pasado por todo. Lo que quedará, entonces, es el amor.
- ¿Qué hace Dios hoy? Todavía podemos ver la predicación del evangelio, el colportaje y el servicio en la Iglesia como simples obras Pero si miramos con ojos espirituales, veremos que, con nuestra participación, Dios está tejiendo un tejido de amor. No con nuestra materia prima, conocimiento o habilidad, sino sólo con el amor de Dios. Y el amor de Dios viene por la Palabra. Por eso necesitamos amarla con reverencia. Los adolescentes han estado transcribiendo los mensajes. Cuando era estudiante, realmente disfrutaba escribiendo clases. Aunque tenía los libros de texto, todo lo que decía el maestro, yo lo escribía en el cuaderno. Cuando lo escribo, aprendo dos veces. Nuestros adolescentes hacen eso. ¿Sabía usted que el hermano André Dong, con toda su dificultad en sus manos, también hace la transcripción de los mensajes? Tal vez usted gaste dos horas transcribiendo un mensaje, pero el tarda de dos a tres días en hacerlo. Pero lo hace, buscando entrar, profundizar y asimilar la palabra profética. ¡Eso es maravilloso! Si tenemos esta postura, no seremos superficiales. Hubo un tiempo en que algunos hermanos decían que las conferencias eran maravillosas, pero no sabían, cuando se les preguntaba en decir lo que fue hablado. Hoy, pregúntele a un adolescente que ha hecho la inmersión y la transcripción de lo que se dice en los mensajes. Estos adolescentes están obteniendo mejores calificaciones en la escuela a medida que la inmersión ayuda a abrir sus cabezas. La mayor dificultad de los adolescentes modernos es la interpretación de los textos. Leen y no entienden nada. Pero nuestros adolescentes son diferentes. Ellos hacen inmersión, comprenden y aplican. Por eso en las escuelas obtienen las mejores notas.
Colosenses 3:15; Romanos 14:17
- La paz es el resultado final del gobierno de Cristo y está presente cuando existe el reino y todos se someten a la voluntad de Cristo. Sólo entonces hay paz. Cuando existe el gobierno y el reino de Dios, la Iglesia tiene justicia, paz y ¿Por qué los hermanos están tan felices? Porque hay justicia, paz y gozo. Cuando nos perdonamos unos a otros, cuando nos soportamos unos a otros y usamos la compasión, lo que prevalece entre nosotros es la paz. La paz es el árbitro en nuestros corazones y nos muestra el camino a caminar. Donde no hay paz, no hay gobierno y dirección de Cristo. No deberíamos estar en un lugar donde no hay paz. Cuando hay paz y los miembros viven la vida del nuevo hombre en amor y con la visión de un solo cuerpo, hay agradecimiento. Acción de gracias es reconocer que tenemos tranquilidad y seguridad al ser miembros del Cuerpo de Cristo y estar bajo el mando de la Cabeza. La paz indica el gobierno de Cristo. En la relación entre los miembros del cuerpo, debemos ser sensibles: cuando no hay paz, debemos volver inmediatamente al encabezamiento de Cristo. Cuando vivimos en la naturaleza terrenal, pueden surgir conflictos. Si surgen, es hora de volver al gobierno de Cristo, que restaurará la paz.
Colosenses 3:16; Efesios 5:18; Colosenses 1:17; Apocalipsis 21:2-4 (versión Biblia de Jerusalén)
- Esta porción de Colosenses 3:16 es hermana de la porción de Efesios 5:18. De ahí vino la inmersión en la Palabra, aprendemos a llenarnos del Espíritu, hablando entre nosotros. Ya no somos superficiales, sino que nos hablamos unos con otros y asimilamos la palabra en nosotros En Efesios 5, el objetivo principal es ser lleno del Espíritu, pero en Colosenses 3:16, el objetivo es que la Palabra de Cristo habite en nosotros. Por inmersión, somos enseñados, amonestados, advertidos e iluminados. En Colosenses 3:16, algunas versiones traen primero “salmos, himnos y canticos espirituales” y luego mencionan “alabando a Dios”. Esto demuestra que en ese momento los colosenses no tenían la Biblia en la mano, y mucho menos la inmersión en la Palabra. Hoy tenemos la Biblia y con el avance de la tecnología, mañana ya tendremos todas las notas de este mensaje para la inmersión. ¡Vivimos un momento único! Las iglesias de toda la tierra pueden acceder y practicar la misma palabra. Esto sacude las puertas del infierno y hace que el Ejército de Dios avance. ¿Cuál es nuestro contenido? La palabra y el Espíritu. Así que hagamos que la palabra habite abundante y ricamente en nosotros. ¡No sea una persona sin contenido! ¡Haga que la Palabra habite en su corazón, por la inmersión! Entonces habitará y constituirá un tejido de amor en usted. La palabra trae a Dios, que es amor. El producto final que Dios quiere ganar es el amor, pero ese amor se teje con su participación, hermano. Al recibir y obedecer la Palabra, predicar el Evangelio, cuidar a las personas y servir con nuestros hermanos y hermanas, estamos tejiendo un tejido de amor, el resultado final de la obra de Dios que permanecerá para siempre. Por eso, el amor es el único elemento capaz de unir con perfección, ajustándonos, vinculándonos, conectándonos y compactándonos, bien ajustados unos a otros. Así se hace la voluntad de Dios aquí en la tierra. La palabra subsistir en Colosenses 1:17 es sunistao. Cristo une a todos en un todo. Y Cristo es amor. El amor en Cristo es capaz de unirnos a todos en una entidad orgánica con Dios. Siempre estaremos entrelazados unos con otros y con Dios. Cuando surja la Nueva Jerusalén, no sólo será Dios, sino el tabernáculo de Dios con los hombres. Él será nuestro Dios y nosotros Su pueblo. ¡Y Dios con ellos será nuestro Dios, que será llamado “Dios con los hombres”! Dios nunca más estará solo, sino eternamente vinculado al hombre. ¡Dios con los hombres, Emanuel!