- En Espíritu, Jesús puede estar para siempre con nosotros. Él es el Espíritu de la Verdad, que nos llena de toda realidad. El Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre y el Hijo está en el Espíritu y el Espíritu es el Hijo – uno está dentro del otro. El deseo de Dios es colocar al hombre en Él (Juan 17:11-20).
- Dios quiere habitar en nosotros y desea hacernos uno. Esta unidad es lo que Dios desea: colocarnos dentro de la unidad del Dios Triúno. Es una unidad divina, orgánica. La gloria de Dios complementará este trabajo de unidad: la glorificación (Juan 17:11, 20-22).
- Cuando Dios dijo “Sea la luz”, el Verbo (Cristo) creó e hizo la obra. Cuando Dios abre Su boca, la palabra que sale es Cristo y la obra es ejecutada. De la misma manera, cuando hacemos inmersión en la palabra, esa palabra que salió de la boca de Dios y llegó a nosotros quiere infundir a Cristo mismo en nuestros corazones. Esta palabra tiene el poder de transformar a todos (Génesis 1:1; Juan 1:1-3; 2 Corintios 3:6,18).
- Como Iglesia en Filadelfia, estamos aquí para hacer la obra del Señor, según Su palabra de comando. Como los cuatro seres vivientes, la Iglesia necesita marcar el ritmo del cielo aquí en la tierra en estos tiempos finales. Dios va a involucrar a todos en la Iglesia para traer de vuelta al Señor (Apocalipsis 3:10-11).