- Pablo encomendó a los presbíteros al Señor y a la palabra de Su gracia. ¿De dónde viene la palabra? De los apóstoles. No existe tal ese asunto de aislar a una Iglesia. El Cuerpo de Cristo no está formado por una Iglesia local, sino por todas las Iglesias que tienen una dirección y un comando. (Hechos.20:28-32)
- El apóstol tiene autoridad para edificación, no para destrucción. Somos un solo pueblo y tenemos una sola dirección y gobierno. Si bien hay un gobierno local que se encarga de los asuntos administrativos locales, tenemos una dirección y un comando de la nube. Este es el mandamiento del Señor por medio de Moisés. Somos un solo Cuerpo y un solo Ejército. (2Corintios.10:8; 13:10; 1Timoteo.1:3)
- Tenemos que levantar los muros. La importancia de los muros es establecer un límite, en el que Cristo es la cabeza, donde el Espíritu ejerce su autoridad por la palabra de Dios y a través de los apóstoles. La Iglesia es la realidad del reino de los cielos, donde los cielos gobiernan. (Números.9; Juan.6:29; 14:10)
- La Iglesia en Jerusalén perseveró en la comunión y enseñanza de los apóstoles, que es lo que nos lleva a tener comunión con todas las Iglesias. La Palabra anunciada por Juan tuvo un efecto: produjo comunión. Por la enseñanza de los apóstoles se produce la comunión. El apóstol no es la fuente, pero nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. El enemigo quiere destruir nuestro vínculo de estar bajo una sola comunión, dirección y gobierno. (Hechos.2:42; 1Juan.1:3)