- Por un lado, tenemos la palabra rhema, la palabra profética actual, que el Señor nos habla cada día y que, como una lámpara, nos ilumina y da dirección. Por otra parte, tenemos la unción, que actúa junto con esta palabra. ¡La palabra nos guía y la unción nos da la paz! (Juan 14:24-27; 1 Juan 2:27; 2 Pedro 1:19).
- En las calles, anunciamos a las personas que ellas pueden tener dirección y paz, a través de la palabra profética y la unción interior. No hay razón para estar perdidos: ¡tenemos la Palabra y el Espíritu! (Juan 14:27-28; 1 Juan 2:27; Isaías 53:6-7; Mateo 9:35-36).
- Por la muerte de Cristo, tenemos todo lo que necesitamos: la palabra profética y la unción interior. Por la unción tenemos la paz, para que, siguiendo la dirección de la palabra, podamos hacer la voluntad de Dios (Juan 14:24-27; 1 Juan 2:27; 2 Pedro 1:19).
- La verdadera adoración a Dios, la adoración en realidad, es ésta: estar en el espíritu, siguiendo la dirección del Espíritu, como hacemos hoy en la Iglesia (Juan 4:21-24) (Alimento Diario, Libro 5, semana 1, domingo, pág. 22).
La palavra de Dios nos ilumina y nos da dirección.