- Jesús es el resplandor de la gloria de Dios y es también la expresión exacta del ser divino; Es el carácter que imprime en nosotros la sustancia, la esencia divina. Cada vez que nos llega la palabra, esta sustancia divina queda impresa en nosotros (Hebreos. 1:3).
- Somos aquellos que el Padre dio al Hijo, y Él conoce quién Le pertenece. Dios quiere prepararnos para toda buena obra. Por tanto, sigamos con un corazón puro, sin intereses personales, teniendo un hablar que produzca la edificación de la iglesia (Juan 17:9-12; 2 Timoteo 2:14-26; Efesios 4:29)
- Estamos destinados a ser introducidos también en la gloria, en Dios mismo. ¡La gloria de Dios no es sólo un resplandor, sino que tiene fuerza y realiza un trabajo para introducirnos a la maravillosa unidad de la vid con los pámpanos! (Juan 15:5; 17:11; Hebreos 1:3; 2:6-11)
- Que el Señor use a cada uno de nosotros para, en amor, ayudarnos unos a otros, a fin de que todos estén preparados para el regreso de nuestro Señor Jesucristo (Judas 22-23) (Alimento Diario, Libro 6, Semana 1, Domingo, página 23) .