- Los pecados que cometemos pueden ser sutiles y aparentemente inofensivos; sin embargo, la luz los detecta y nos lleva a tratar con ellos antes de que crezcan. Si no tratamos el pecado, nuestra conciencia quedará cauterizada y la luz de la palabra tendrá menos efecto. Por eso es tan importante que recibamos la luz por la comunión de vida. (1 Juan 1:7-9).
- Debemos saber que cada pecado cometido interrumpe la comunión de vida. Por lo tanto, debemos mantener nuestra conciencia buena y limpia, confesando cada vez que haya una obstrucción de vida. La meta es mantener constantemente la Palabra de Dios dentro de nosotros (1 Juan 1:8-10)
- ¡Gracias a Dios tenemos la sangre redentora de Cristo que puede purificar nuestra conciencia de obras muertas, para servir al Dios vivo! Dios no nos expone con el objetivo de condenar, sino con el objetivo de tener una buena conciencia para servirle. Él quiere que todos los miembros sirvan en la luz (Hebreos 9:14; 1 Juan 1:7, 9; Proverbios 28:13).
- Aunque enfrentemos aflicciones en el mundo, no perdemos la esperanza, porque nuestro Señor ya venció al mundo. ¡Cuando estamos en Él, el mundo no puede vencernos! (Alimento Diario, Libro 5, Semana 2, domingo, página 39).
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