INMERSIÓN DIARIA EN LA PALABRA PROFÉTICA Jueves | Mens. 22 – Participantes de la naturaleza divina

  1. Cuando recibimos la palabra por fe, creyendo que es la palabra de Dios, esta obra en nosotros eficazmente. Así es como trabajamos. Siempre que, por la fe, nos sumergimos en la palabra, hablándola entre nosotros, trabajamos la tierra y nuestra fe crece (1 Tesalonicenses 2:13; Efesios 5:18b-19; 2 Pedro 1:8).

  1. Cuando se abandona la palabra del apóstol, la obra de Dios se detiene. La obra de Dios viene por medio del hablar de los apóstoles. No es por simple conocimiento bíblico o por la capacidad de enseñar conocimiento bíblico. La obra de Dios es realizada por el hablar vivo de Dios (Hechos 2:42, 47).

  1. Podemos tener todo el conocimiento de la Biblia, pero si no tenemos un apóstol verdaderamente enviado por Dios en cada época para hablar por Dios, para ser Su voz, aún con todos los mandamientos y estatutos, el pueblo de Dios no se mueve. Es necesario un hablar vivo de Dios (Juan 5:39-40).

  1. En Juan 6:63 leemos: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”. Las “palabras” aquí es rhema en griego, que indica la palabra que el Señor pronuncia a través de un profeta para satisfacer una necesidad actual en la Iglesia. Quienes reciben esta palabra y la creen permiten que ella haga la obra de Dios (Juan 6:63). (Alimento Diario, Libro 1, Semana 3, jueves, pág. 48).

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