1.Alimentemos la vida santa que ha entrado en nosotros, deseando ardientemente la genuina leche espiritual de la Palabra, porque ella hace crecer la vida divina y nos salva. Genuino en griego es adolos, que significa sin engaño, puro, sin adulterar, sin mezcla. La Palabra necesita venir a nosotros limpia y pura (1 Pedro 2:2).
2.Necesitamos desear la Palabra en cada momento, como un recién nacido desea la leche materna que lo alimenta. Es la Palabra la que nos hace crecer, ejecutar Su voluntad y nos da la capacidad de amar al Señor. Por eso, necesitamos sumergirnos en la Palabra, despertar y dormir con Dios, para inculcarla en nuestro corazón a través de constantes repeticiones (Deuteronomio 6:1-7).
3.A través del crecimiento que surge de la Palabra tendremos experiencia de lo bueno que es el Señor. Él ya nos sacó de nuestra antigua forma de vivir, nos dio un nuevo vivir y, hoy, estamos creciendo y siendo salvos. Por el crecimiento de la vida divina, llegamos a ser piedras vivas para la edificación (1 Pedro 2:3-5).
4.El mundo no tiene color para mí, porque estoy crucificado para él; soy una nueva creación y vivo para el Señor. Somos una nueva criatura creada por Dios mediante la muerte y resurrección de Cristo (Gálatas 6:15) (Alimento Diario, Libro 6, Semana 3, jueves, p. 46).
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