- En 2 Pedro 1:2, el término “pleno conocimiento” en griego es “epígnosis”. No es conocimiento adquirido por simple estudio sistemático ni por comprensión de la lógica humana; más bien, viene a través del inculcar de la palabra de Dios en nosotros. Dios imprime en los corazones el contenido, la realidad, de esta palabra. No sabemos cómo se produjo un cambio tan grande en la vida de nuestros adolescentes. Dios comenzó a darles el “pleno conocimiento” y también nos lo da a nosotros que trabajamos por la fe en la palabra (2 Pedro 1:2).
- Basado en que Dios nos llama a Su propia gloria y virtud, Él nos ha dado Sus preciosas y grandísimas promesas, las cuales contienen todas las promesas contenidas en la Biblia, y todas apuntan a hacernos partícipes de la naturaleza divina. Desde Génesis, cuando colocó el árbol de la vida en el centro del jardín, Dios ya tenía la intención de que el hombre participara de Su vida y naturaleza (2 Pedro 1:3-4).
- La intención de Dios es dar vida al hombre, pero la ley no pudo hacerlo. Si la ley pudiera dar vida, Cristo no necesitaría venir. Las preciosas y grandísimas promesas nos han sido dadas en Cristo Jesús por la fe. Nosotros, antes totalmente ajenos a las promesas dadas por Dios al pueblo de Israel, hoy participamos de ellas, que incluyen la herencia incorruptible mencionada en 1 Pedro 1:4-5 (Juan 10:10b; 2 Pedro 1:3-4; 1 Pedro 1:4-5).
- Si en la comunión de vida Dios expone las tinieblas, los pecados y las injusticias que puedan existir en nosotros, entendamos que esta luz no pretende condenarnos, sino producir en nosotros una buena conciencia para servir al Dios vivo. El Señor quiere que todos los miembros Le sirvan, no en tinieblas ni con pecado, sino en la luz, con la conciencia limpia (Hebreos 9:14). (Alimento Diario, Libro 1, Semana 3, sábado, pág. 54).
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