1.Pablo habla de la labranza y la edificación. La labranza se refiere a la vida divina sembrada en nosotros y al crecimiento de la vid verdadera, alcanzando al mundo entero. Dios también quiere edificarnos como edificio de Dios, no usando materiales muertos, sino piedras vivas. Este edificio es el Cuerpo de Cristo y crecemos cimentados en el amor a partir de la cabeza, que es Cristo (1 Corintios 3:9-10; Efesios 4:15-16).
2.Pedro afirma que hemos sido regenerados de una semilla incorruptible y ahora somos piedras vivas para la edificación. Cristo es la piedra viva sobre la cual somos edificados, la Palabra de vida, la vida eterna misma, y también es la semilla que nos regeneró para una esperanza viva (1 Pedro 1:3, 23; 2:5).
3.Fuimos hechos de barro y éramos inútiles para la edificación, pero recibimos la vida eterna por la regeneración, la semilla de la vida, que nos transforma en piedras vivas para la edificación. Además, mediante la transformación del alma efectuada por el Espíritu, seremos piedras preciosas edificadas sobre el fundamento que es Jesucristo (1 Corintios 11-12).
4.Después de la resurrección, comenzó a existir una relación de vida entre nosotros y nuestro Señor Jesús: ¡nos convertimos en Sus hermanos! (Alimento Diario, Libro 6, Semana 3, viernes, p. 50).
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