- Dios quiere darnos el mejor regalo, una buena dádiva, el don perfecto. Don y dádiva son regalos de Dios, y vienen de arriba. Por mucho que amemos varias cosas terrenales, estas no tienen la buena dádiva, no tienen el don perfecto. La buena dádiva y el don perfecto deben venir de lo alto y deben generar la Iglesia, una nueva creación, un hombre nuevo. (Juan 3:31-36; 4:9-10; Santiago 1:17-18).
- La mujer samaritana representa a cada hombre que tiene un vacío dentro de él. El hombre está vacío porque le falta la verdad, la realidad. Lo que hay dentro de cada hombre caído es un vacío de falsedad, vanidad y mentira. Cuando salimos a predicar el evangelio encontramos a todas las personas con este vacío en sus corazones, y nada puede satisfacerlos. ¡Nada puede llenar el vacío del hombre sino el agua viva! (Juan 4:9-10).
- La mujer de Samaria también representa al hombre religioso, que posee el pozo de Jacob, que lo mantuvo durante tantos años, pero que no podía entender lo que sería “el agua viva”, porque tenía un concepto de religión. No podemos confiar en la religión. ¿Es religiosa su vida de Iglesia? Esto no es confiable y no le traerá satisfacción. La verdadera satisfacción es cuando bebemos del agua viva, la única que puede satisfacernos (Juan 4:11-14).
- “Cuanto más contacto tenemos con la palabra, cuanto más nos sumergimos en la palabra profética, nuestro corazón va siendo más purificado de toda maldad. Es bueno ser expuesto por la palabra y limpiados hoy, porque un día todo se manifestará, y aquellos que viven sin realidad, en el engaño, que tienen una vida de apariencias serán avergonzados en la venida del Señor (Hebreos 4:9-13) (¡Quien tiene oído, oiga! – Lecciones de Pérgamo y Tiatira, pág.15)