- Cristo Se entregó por la Iglesia para santificarla. Ya no estamos en el mundo, sino en Su casa. Sin embargo, aún necesitamos de la transformación por medio del lavamiento del agua por la Palabra que remueve todas las impurezas de nuestra alma (Efesios 5:25-27).
- Así como necesitamos del alimento digerido por el aparato digestivo y del oxígeno asimilado por los pulmones, como miembros vivos de la Iglesia, necesitamos de Cristo como pan de vida y del Espíritu como el aire de la vida (Juan 6:35, 51; 63).
- ¡Cuán importante es la Palabra! Practicamos el “¿Puedo orar por usted?”, oramos la palabra de la inmersión, llenándonos del Espíritu hablando la Palabra entre nosotros, por medio de ella, somos santificados, llenos del Espíritu, y seremos presentados a Cristo como la Iglesia gloriosa, santa y sin mancha (Efesios 5:18, 27).
- ¡Cuánto poder hay en la palabra! Dios es capaz de hacer mucho más, y depende de nosotros, humildemente, escuchar y guardar Su palabra, permitiéndole actuar poderosamente en nuestra vida. (Alimento Diario, Libro 2, Semana 2, jueves, pág. 31)