- El hombre fue creado menor que los ángeles, pero con la capacidad de recibir a Dios. Dios no necesitaba crearnos muy capaces, bastaba crearnos con un espíritu humano, el vaso para recibirlo. Somos débiles, pero capaces de recibir a Dios dentro de nosotros. No somos poderosos, pero siempre podemos estar en comunión con el Dios poderoso (2 Corintios 4:7; 3:6-7,18).
- Gracias a Dios tenemos la Biblia con nosotros, pero también necesitamos la revelación. Hoy todos los hijos de Dios tienen la Biblia en sus manos, pero no todos tienen la revelación de la palabra. La enseñanza de los apóstoles proviene de la revelación de Jesucristo, que aclara y da entendimiento a los sencillos, aquellos que aman y creen en la palabra que Dios les da (Gálatas 1:11-12; Salmos 119:130).
- Satanás no tuvo acceso al nuevo mundo que Dios creó, pero entró en él, convirtiéndose en su príncipe cuando hizo que el hombre desobedeciera a Dios. La muerte vino por el pecado y pasó a todos los hombres. El mundo yace en el maligno; está sin vida y está controlado por el maligno. Dios, sin embargo, quiere un organismo de vida: el Cuerpo de Cristo (Romanos 5:12; 1 Juan 5:19; 1 Corintios 12:12-13, 27).
- “Después de resucitar, el Señor ya no nos llama sólo de amigos, ¡sino como hermanos (Juan 20:17- 18)! Estamos cada vez más cerca del Señor: ¡pasamos de siervos a amigos y de amigos a hermanos!”. (Alimento Diario, Libro 5, Semana 2, jueves, página 33).
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