Dios nos dio un tremendo regalo para renovar nuestra mente, ¡la inmersión! Nuestro espíritu ya está conectado a Dios, pero necesitamos aprender a ejercitarlo. En la inmersión empezamos a ejercitar el espíritu, invocando el nombre del Señor y hablando entre nosotros. Nuestra mente va siendo renovada y la puerta del alma se va abriendo al fluir de la gracia. Invitamos a Cristo a hacer morada en nuestra alma y de esta manera la Palabra hace efecto en la mente, voluntad y emoción. Así se cumple el objetivo de la Palabra de la Verdad, que es llenar toda el alma con la verdad y realidad. Todo lo que Satanás colocó en nosotros es expulsado en la medida en que la Palabra invade nuestra alma. Pequeños espacios, poco a poco, van siendo ocupados y los elementos viejos del egoísmo, ego, individualismo y falta de compasión van siendo eliminados. Dios no quita primero: ¡Él pone primero para después quitar! Él nos llena con la verdad para eliminar las toxinas del diablo que nos contaminaron.