- En el siglo XVIII, el grupo evangélico conocido como la “Unión de los Hermanos” consideró que la jerarquía de la Iglesia no era bíblica y los miembros comenzaron a llamarse unos a otros simplemente hermanos (Mateo 23:8). A pesar del avivamiento, no hubo búsqueda por la revelación y encabezamiento de Cristo en la Iglesia, y terminaron dividiéndose en varios grupos por puntos doctrinales (1 Corintios 12:24b-25).
- A principios del siglo XIX, Dios obró en la Iglesia cuando les reveló los principios de la unidad del Cuerpo de Cristo y les infundió la percepción espiritual de la Iglesia como un organismo vivo. Además, hubo un despertar de misiones en varios países y al amor por el regreso del Señor. Estas son las condiciones presentes en la Iglesia en Filadelfia y que dieron luz al movimiento de los “Hermanos Unidos” (Apocalipsis 3:11).
- Hacia mediados del siglo XIX, el Espíritu de Dios despertó a algunos en las Islas Británicas para que se dedicaran a revelar las Escrituras. Los hermanos de Irlanda dieron lugar a “reuniones proféticas” y la luz de la Palabra de Dios los llevó a dar testimonio de la unidad y la naturaleza celestial de la Iglesia. Ellos estaban regresando lentamente a la dirección de la iglesia en Filadelfia (Apocalipsis 3:10).
- Debemos creer en el poder que hay en la palabra del Señor, aunque algo nos parezca imposible (Marcos 9:23). (Alimento Diario, Libro 3, Semana 2, viernes, página 35)