- Nehemías alcanzó una alta posición en el reino de Persia, pero su preocupación no era tener un alto cargo o una buena vida. Su corazón estaba puesto en Dios, en Su pueblo y en Jerusalén (Nehemías 1:1-4).
- Dios es poderoso. ¡Él puede hacerlo! Cuando todo parecía perdido para el pueblo de Israel, Dios levantó a Ciro, un rey comprometido con la reconstrucción del templo en Jerusalén (Esdras 1:1-4).
- Después del decreto del rey Ciro, una minoría del pueblo se preparó para subir a edificar la Casa del Señor en Jerusalén. Esta es también nuestra historia, estábamos dispersos por toda Babilonia, pero un día el Señor nos llamó y regresamos a Jerusalén para edificar la Iglesia (Esdras 1:1-5).
- Necesitamos confiar en la palabra profética y recibirla con humildad y sencillez, siguiendo la dirección del Espíritu con total obediencia (Alimento Diario, Libro 2, semana 3, lunes, p. 40).