- A lo largo del Evangelio de Juan, el agua se refiere al Espíritu que fluye como agua de vida por la Palabra. Las palabras que el Señor nos ha hablado han fluido entre nosotros como agua de vida. Cuanto más fluye esta agua entre nosotros, más vida y edificación de Dios se producen en la iglesia (Juan 4:13-14; 7:37-39; Juan 19:34; 6:63).
- Juan pretende sacarnos de la superficialidad de la letra y la religión, para que podamos profundizar en la realidad de la vida. Para esto, es necesario seguir al Espíritu, que es como el viento y no tiene una regla fija de conducta. No limitemos la acción de Espíritu por nuestras reglas de letra y religión, ni juzguemos lo que Él hace por nuestra lógica y conceptos. Es necesario ser sencillos como los adolescentes y seguir la indicación del Espíritu a través de la Palabra (Juan 3: 3-8).
- No limitemos lo que el Espíritu quiere hacer en medio de nosotros para terminar esta era. Llegó el momento de que la iglesia en Filadelfia, con sencillez y poca fuerza, siga al Espíritu en Su poder. Dios quiere hacer Su obra en la tierra por las cosas celestiales. Por eso, uno debe subir al cielo en las alas del águila, ver las cosas desde arriba y seguir el ritmo del cielo para practicar Su palabra en la tierra (Juan 3:9-13; Apocalipsis 4:1; Isaías 40:30- 31).
- “El hablar profético ha guiado a las iglesias del Señor hacia el reino. Es importante que tengamos un amor reverente por la Palabra, orar e interceder por los hermanos que recibieron el encargo de hablar por Dios”. (Alimento Diario, Libro 6, Semana 3, lunes, pág. 38).