- La obra de Dios no es una obra de confusión. Por tanto, sólo hay una dirección. No hay posibilidad de que dos obras ocurran simultáneamente, compitiendo entre sí. (Juan 4:1-4; 1 Corintios 14:33).
- En el tiempo del ministerio terrenal de Jesús, algunas personas necesitaban señales para creer en Él. Sin embargo, ellas sólo debían identificar que Jesús fue El enviado y creer, independientemente de las señales. Hoy en día, los adolescentes no necesitan señales para creer que la Palabra profética viene del Señor. Ellos simplemente creen, y los milagros los acompañan. (Juan 2:23).
- A partir del momento en que nacemos del Espíritu, debemos aprender a andar por Él y ya no andar por la vida natural. Si todavía caminamos por la vida de la carne, no somos confiables. (Juan 3:5-8; Gálatas 5:25).
- “El arma para superar la situación degradante en Pérgamo es la palabra de Dios, que forma parte de la armadura divina. A fin de ganar la guerra contra el enemigo y mantenernos firmes contra las artimañas del diablo, debemos ponernos toda la armadura de Dios. (Efesios 6:11)” (¡El que tenga oídos, que oiga! – Lecciones de Pérgamo y Tiatira, p.29).