- La inmersión en la palabra transforma nuestra vida; cuando predicamos el evangelio, orando por las personas, llevamos el testimonio de esa transformación, no una simple enseñanza, por eso la palabra actúa con poder en aquellos que la reciben (Juan 4:39).
- Dios no está interesado en formar grandes predicadores, sino personas que dan testimonio de lo que la Palabra realmente está haciendo en sus vidas y sus familias. Este es el trabajo de la Iglesia en el final de los tiempos. No depende sólo de algunos, sino que todos somos predicadores, dando testimonio de la transformación que la Palabra opera en nuestra vida (Apocalipsis 12:11).
- El amor reverente a la Palabra trae la bendición de la presencia del Señor. Tener un ambiente avivado por Su presencia, por medio de la Palabra, trae mucha bendición. Es necesario tener un aprecio por la Palabra. Aquellos que toman en serio lo que oyen están experimentado transformación en sus vidas (Isaías 66:2 KJA, Juan 4:40-42).
- “La palabra profética viene para transmitir lo que el Espíritu dice a las iglesias de manera viva y actual. Pero solo recibiremos esa manera viva y actual si estamos en el espíritu, en obediencia y sencillez.” (El que tiene oído, oiga! – Lecciones de Pérgamo y Tiatira, página 38).