- Dios obra a través de la palabra. Toda Su obra es hecha por la palabra. Dios creó todas las cosas a través de la palabra, y la palabra es Cristo mismo, el Hijo de Dios. La palabra de Dios comunica a Dios mismo al hombre (Juan 1:1-3).
- El Señor Jesús, que es la propia palabra, vino al mundo, pero el mundo no Le conoció, ni Lo recibió. La obra del enemigo de Dios en todo momento es hacer que el hombre no reconozca quién es el canal usado por Dios para transmitir Su palabra en cada generación. Por lo tanto, es importante que sepamos a quién escogió Dios para ser Su canal (Juan 1:10-11).
- El verdadero profeta no tiene la libertad de hablar su propia palabra, sino que debe hablar todo lo que Dios manda; debe hacer la voluntad de Aquel que lo envió. Jesús, como hombre, no podía hacer nada por sí mismo (Juan 5:19, 30; Deuteronomio 18:18-19).
- El hecho de que el destinatario de cada carta a las siete Iglesias de Apocalipsis no haya sido el liderazgo convencional de las Iglesias, sino sus mensajeros, indica que el título y la posición no es lo que le importa a Dios. Un mensajero no tiene un mensaje propio, sino que recibe y transmite solo el mensaje de Dios. (El que tiene oído, oiga. — Lecciones de Pérgamo y Tiatira, pág. 67).