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INMERSIÓN DIARIA Lunes | M23 – Las palabras finales de Pablo a los Colosenses
Todos los cañones del infierno se han vuelto contra la palabra profética y contra quienes la predican. El pasaje bíblico presente en Colosenses 4:2-4 muestra que el apóstol Pablo fue encadenado por causa de la palabra. El enemigo utiliza el mundo religioso y secular para atacar la palabra y a los que la hablan. Por eso necesitamos perseverar en la oración, velar y suplicar a Dios para que abra puerta a la palabra profética.
La contaminación por la filosofía griega y la tradición judía hizo que las iglesias consideraran a Pablo como solo una opción más de orador entre otros muchos. Era como si los hermanos pudieran optar por el pensamiento o la palabra que más les favoreciera. En todas sus epístolas, Pablo quiso mostrar que la iglesia no tenía esa opción. Es Dios quien escoge y designa a quien habla por Él.
La Iglesia es el cuerpo de Cristo. En el momento en que crees en Jesús, inmediatamente el Espíritu Santo te bautiza para dentro del cuerpo y te conviertes en un miembro del cuerpo de Cristo. Este cuerpo tiene muchos miembros y Dios da a cada uno de ellos una función diferente. Dios te ha dado una función. Conténtate con el lugar en el que Dios te ha colocado. Estás en el lugar correcto. Cumple tu función (1 Corintios 12:12-18).
No fue el favor de los hombres, la teología elevada o el conocimiento bíblico lo que hizo que Pablo se convirtiera en aquel que hablaba en nombre de Dios, sino la revelación de Jesucristo. Jesús se revela a quien Él quiere. Si fuera por elección humana, Pablo tal vez sería el último en ser escogido, pues él era un perseguidor de la Iglesia. El mismo no se creía capaz de hablar en nombre de Dios. Pero los caminos y los pensamientos de Dios no son como los caminos y los pensamientos de los hombres. Pablo no se designó a sí mismo para hablar en nombre de Dios. Dios mismo lo designó. Pablo tenía el deber de hablar por Dios (Gálatas 1:1-13, 2 Timoteo 1:8-11, Isaías 55:8).