- La desobediencia del hombre (Adán) desconectó a la humanidad del Dios santo y verdadero; así el hombre se volvió injusto, y la muerte pasó a todos los hombres. No había camino de regreso a Dios, pero Él nos amó y envió a Su Hijo Jesucristo, quien nos justificó, nos reconcilió con Dios y nos concedió la redención eterna (Romanos 5:12, 14, 19).
- Hubo un tiempo en la historia de la Iglesia en el cual enseñaban que la justificación del hombre era por medio de penitencias y la compra de indulgencias. La lucha de la Reforma Protestante fue rescatar la verdad de la justificación por la fe en Cristo Jesús (Romanos 3:22-24).
- Puesto que Dios es santo, el alma del hombre necesita ser santificada y transformada por la Palabra de Dios (1 Pedro 1:16). Por lo tanto, Él nos trasladó del mundo a la Iglesia, un lugar santo donde podemos escuchar Su voz de mando a fin de cumplirla. Así, nos convertimos en un linaje escogido, una nación santa, distinta de los demás, un pueblo de propiedad exclusiva de Dios (Éxodo 19:5, 6a).
- Jesús fue en busca de las personas sencillas que sufrían, pero Lo amaban y querían escuchar Su voz (Juan 10:27) (Alimento Diario, Libro 3, Semana 2, martes, página 27)