Satanás era un arcángel creado por Dios que se enorgulleció y quería colocarse cada vez más próximo de Dios para ser un rey adjunto a Dios en los asuntos de la criatura, porque creía que Dios, como creador, necesitaba un interlocutor entre Él y la creación. Pero Dios ya había elegido a Su propio hijo, Jesús, para ser esa conexión. (Isaías 14:12-14; Colosenses 1:16 BJC)
Jesús dejó su posición de Dios, se humilló a la figura humana servil, y fue obediente hasta la muerte, muerte de cruz. Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre (Filipenses 2:5-11).
Satanás odia y envidia a Jesús, y quiere que toda la humanidad rompa sus lazos con Dios y Su ungido. El que mora en el cielo, sin embargo, es más grande que Satanás, y Jesucristo fue engendrado no sólo como hijo de Dios, sino también como hijo del hombre. Él es la conexión perfecta entre Dios y la creación, y fue elegido para gobernar la tierra con vara de hierro (Salmos 2:2-9; Romanos 1:3-4).
“Cristo es el primero en la creación, el primero en la nueva creación, el punto de conexión entre el hombre y Dios, el punto de conexión de toda la creación. (…) ¡Que el Señor nos libre de cualquier cosa que a sustituir a Cristo en nuestra vida y existencia!” (Alimento Diario, Libro 2, Semana 7, martes, pág 112).