- En el final de los tiempos Dios quiere una iglesia que no sea una fachada, sino que tenga la realidad espiritual de todo lo que hace, no sólo de boca, sino de corazón. Dios necesita que toda esta Palabra que Él está hablando a Su iglesia sea inculcada en nuestros corazones y que nuestra realidad espiritual se manifieste a través de nuestro comportamiento y conducta aquí en la tierra.
- Esta es nuestra misión como iglesia: traer el encabezamiento de Dios a la tierra, primero en nosotros, nuestra vida, familia e iglesia, y así por medio de la predicación del evangelio del Reino, extender Su gobierno sobre todas las cosas (Efesios 1:9-10).
- La iglesia en Sardis no solo debía haber buscado la luz de la justificación por la fe, una verdad básica y esencial, sino que también podía haber visto que la iglesia debía ser gobernada por Cristo. La autoridad del Espíritu Santo es indispensable, de lo contrario Dios no tendría forma de hacer Su voluntad.
- Somos los trabajadores de la última hora, y el Señor tiene prisa por completar la edificación de la iglesia. Por eso no podemos seguir viviendo de manera tradicional. Cuando nos sumergimos en la palabra, ejercitamos el espíritu; entonces viene la fe, y comenzamos a vivir en novedad de vida (Alimento Diario, Libro 4, Semana 4, miércoles, pág. 62).