- Jesús, el Hijo de Dios, no hace nada por su propia capacidad, sólo la obra para la cual el Padre lo envió. Él oía y hacía todo según la palabra del Padre. Simplemente, no use su propia capacidad, sino oiga la palabra, sígala de cerca, sea simple al recibirla y obediente a ella. La palabra misma nos dará la capacidad de hacer la obra de Dios. (Juan 5:19, 30).
- Dios creó al hombre “un poco menor que los ángeles”. Esto es bueno para que no caigamos en la semejanza de Lucifer. Cuanta más capacidad tiene una criatura, mayor es el riesgo de que caiga en la independencia de Dios y el orgullo. El hombre no necesita ser poderoso o capaz, sino que sólo debe recibir al Todopoderoso en su espíritu y vivir a través de Él (Hebreos 2:5-6; 1 Juan 4:9).
- Dios quiere usarnos, sin embargo, una vez que el orgullo entra en nuestros corazones, ya estamos en el camino equivocado. No es nuestro poder y capacidad lo que ayudará en la obra de Dios. Él solo quiere que seamos canales, y cualquier cosa que hagamos, de hecho, será Dios a través de nosotros haciéndolo. Cuando nos ponemos en esta posición, el Señor está complacido con nosotros y aprueba nuestra ofrenda (2 Corintios 4:7).
- “No confiemos en nuestra habilidad. Dios quiere sacarnos de la esfera terrenal y llevarnos a servirle en la esfera celestial y espiritual. Para eso, es importante creer en la palabra profética como también orar a favor de quien la trnasmite (Colosenses 4:3)”. (Alimento Diario, Libro 3, Semana 8, martes, p. 127).