- Toda la obra de Dios es hecha por la Palabra de vida. Esta Palabra es un vehículo para traer la vida de Dios al hombre y así hacer Su voluntad. Toda la obra de Dios comienza por la Palabra de Dios. Dios dijo: “Hágase la luz, y fue la luz”. No hay complicación, Dios habla y la obra es hecha. (1 Juan 1:1-2; Juan 6:28,29; Génesis 1:3).
- Para que la obra de Dios sea hecha, es necesaria Su Palabra, pero también, por otro lado, aquellos que la escuchan y de inmediato la practican, según lo determinado por ella. No necesitamos añadir nada, inventar, complicar o explicar mucho. La palabra que Jesús habla hace la obra. (Juan 2:5; Juan 6:28,29).
- En el tiempo del apóstol Pablo, había mucha competencia entre algunas palabras, doctrinas e información. Especialmente entre los griegos, había muchos partidos y escuelas filosóficas, es decir, ellos tenían un menú de opciones filosóficas para escoger. En la obra de Dios no existe tal menú. Si no sabemos esto, trataremos la obra de Dios, como lo hacemos con las cosas aquí en la tierra, tomando nuestras propias decisiones. Si este es el caso entre el pueblo de Dios, la obra de Dios en la tierra no podrá ser ejecutada. (Hechos 17:16-21).
- “Al final de cada carta a las siete iglesias de Apocalipsis, siempre está la frase: ‘El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’. Pero ¿qué dice el Espíritu a las iglesias? La palabra profética es lo que el Espíritu dice a las iglesias. El Espíritu siempre está hablando a la Iglesia, por lo que debemos prestar toda nuestra atención a lo que Él está diciendo”. (El que tenga oídos, que oiga. —Lecciones de Pérgamo y Tiatira, pág. 29).