- En la Iglesia, no necesitamos actuar con nuestra capacidad de conocimiento y oratoria, solo necesitamos entrar en la palabra del apóstol y dejar que sea inculcada en nosotros, para que nos convirtamos en testigos vivos de la palabra de Dios.
- La voluntad de Dios es que Cristo sea la Cabeza sobre todas las cosas, y es por medio de la Iglesia que Cristo encabezará todo. Y, así como Jesús hizo a la Iglesia como Su extensión, también ella debe continuar la predicación del evangelio del reino porque Cristo debe reinar (Efesios 1:9-10; Lucas 8:1- 3).
- Jesús iba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea y, además de los discípulos, algunas mujeres Lo acompañaban, dándoles ayuda logística y financiera. Ese testimonio nos anima hoy a ofrendar para el avance de la obra de Dios (Lucas 8:1-3).
- Al involucrarse en argumentos, sofismas y altivez, el pensamiento queda aprisionado dentro de una fortaleza, como prisionero en el calabozo de su razonamiento, de su razón. Sin embargo, la palabra de Dios es lo suficientemente poderosa como para derribar esa fortaleza y destruir la elevada estructura que aprisiona al ego (2 Corintios 10:2-6) (Alimento Diario, Libro 3, Semana 1, martes, pág. 11).