- La palabra de Dios trae Su vida, Su reino y también Su amor. Este amor es como los hilos verticales que vienen de Dios con la provisión de Su amor. A través de la palabra recibimos este suministro, y mientras servimos al Señor, el amor nos une y teje, con nosotros, un gran tejido de Sí mismo, en el que nos amamos unos a otros. ¡Por lo tanto, somos edificados juntos! (Juan 15:9-10, 12-13, 17)
- Jesús estaba decidido a hacer la voluntad del Padre y no usó Sus propios medios para llevarlo a cabo. Él siempre hablaba las palabras del Padre, y no las Suyas, ya que ellas son las que realizan la obra de Dios. Jesús vino a la tierra solo para hacer la voluntad de Dios (Juan 5:19, 30, 38).
- Dios necesita personas que cooperen con Él y que estén enfocadas en hacer Su voluntad de manera pura, sin segundas intenciones. Jesús necesita amigos, que son aquellos que conocen el corazón del uno al otro. Para ser amigos de Jesús, necesitamos conocer Su corazón y estar cerca de Él, oyendo Su palabra (Juan 15:14-17).
- Jesús, en la posición de hombre, declara: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30a). En cambio, Lucifer insiste: “Yo puedo, soy capaz” (Isaías 14:12-15). Así como Dios no aprobó a Lucifer, tampoco aprobó a Caín (Génesis 4:2-5). ¡Dios se complace con la actitud de Jesús! ¡Tengamos siempre a Jesús como nuestro modelo en el servicio a Dios! (Alimento Diario, Libro 5, semana 4, martes, pág. 61).