- Nuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo que está en nosotros; no somos de nosotros mismos, porque fuimos comprados por precio. ¡Por tanto, vamos a ofrecer nuestro cuerpo para la edificación! (1 Corintios 6:19-20; Romanos 12:1).
- No diga que no tiene tiempo para edificar la Iglesia: usted no pertenece a sí mismo. De un lado, usted tiene su empleo secular, pero por el otro, su verdadero trabajo es cooperar en la edificación del santuario. Cuanto más sirve al Señor, más tiempo usted tiene (1 Corintios 6:19-20; Romanos 12:1, 12:11, 13:11-14; 2 Corintios 6:1-2; Salmos 90:12; Efesios 5:15-16).
- Dios necesita de usted como una mano de obra especializada, para hacer el tabernáculo. Esa es la obra de arte de Dios. Usted fue creado en Cristo Jesús para buenas obras (Éxodo 28:3; Efesios 2:10).
- Todo por lo que usted ya pasó en la vida no fue en vano. Dios de antemano ya lo estaba preparando a usted para la edificación de la Iglesia (Éxodo 28:3; Efesios 2:10).