- Nosotros, que vivíamos como hijos de ira, un día recibimos el evangelio. ¡Las salidas en las calles no son poca cosa, porque podemos sacar a alguien de la influencia del espíritu de desobediencia y traerlo al reino de Dios a través de Su vida! (Efesios 2:1-10; Romanos 10:14-15)
- Un día la palabra del Evangelio vino a nosotros y promovió nuestra obediencia por la fe; cuando escuchamos la palabra del evangelio, obedecemos, invocamos el nombre del Señor y confesamos que Jesús es nuestro Señor. Así, recibimos la vida de Dios y Su Espíritu nos bautizó para ser miembros del Cuerpo de Cristo. (Romanos 10:8-13; 1 Corintios 12:13).
- Como miembro, puedo recibir el río de la gracia de Dios, que tiene como objetivo hacer Su voluntad. En la iglesia, Dios quiere trabajar nuestra obediencia, que proviene del flujo de este río. ¡A través de la palabra profética, Dios está fluyendo como gracia hacia usted! La naturaleza misma de Dios, Su amor y Su luz fluyen hacia dentro de nosotros (Efesios 1:3, 9-10).
- “Nuestro camino es Cristo. Hemos ejercitado la fe al practicar la inmersión en la palabra y predicar el evangelio en las calles. La inmersión nos lleva a poner la mente en el espíritu, y con la mente renovada, saturada del Espíritu, no confiamos en la habilidad humana, sino que creemos en el poder de la verdad del evangelio”. (Alimento Diario, Libro 2, Semana 7, miércoles, pág 113).