- La responsabilidad de Cristo es edificar Su iglesia. Él tiene celo por esta noble misión, dada por el Padre. Nosotros también estamos comprometidos en esto. La obra de nuestro ministerio es la edificación del Cuerpo de Cristo. ¡Dios desea este lugar de habitación en el espíritu! (Mateo 16:18; Efesios 4:11)
- No somos parte de una organización muerta. Somos parte de un cuerpo vivo. Lo que nos mantiene unidos es estrictamente un vínculo de vida, por la circulación de la palabra profética, Espíritu y vida. Somos orgánicamente un solo Cuerpo, la familia de Dios. (Efesios 2:18-19; Juan 4:13-14, 7:38; Efesios 2:18-19, 4:11-15; Juan 6:63, 17:23)
- El resultado de la obra de la gracia es generar realidad en la Iglesia, llenarnos de la gloria de Dios e insertarnos en Él. ¡Nuestro destino es la gloria! La creación espera el día de la plena filiación, cuando tendremos nuestro cuerpo redimido. (Juan 1:14; 2 Pedro 1:17-18; Juan 17:4-5, 22-24; Apocalipsis 21:3; 1Tesalonicenses 2:12; Hebreos 2:9-10; Filipenses 3:20-21, Romanos 8:18-19, 23; 1 Corintios 15:36-44)
- “… El diablo anda como león rugiente alrededor nuestro para devorarnos. Por eso la palabra profética es importante: es nuestra seguridad para no caer en las garras del enemigo. De esta manera podremos resistir firmes en la fe” (Alimento diario, Libro 3, Semana 6, miércoles, p. 95).