- Por la sangre de Jesús nuestros pecados fueron perdonados, fuimos justificados y reconciliados con Dios. La sangre, por tanto, trata una situación negativa de pecado y de ruptura del hombre con Dios. Para este problema no había más solución que una: Jesús necesitaba derramar Su sangre en nuestro lugar (Isaías 59:1-3 Juan 19:34-35, 1 Juan 1:7-9).
- ¿Cuál es el objetivo de la obra del Señor Jesús en la cruz? Hacer que el hombre viva para hacer la voluntad de Dios (2 Corintios 5:15, Efesios 1:9-10).
- Después de Su muerte, resurrección y glorificación, Jesús se convirtió en el Espíritu de Verdad, que llena el interior de todo aquel que cree en Él. El objetivo del Espíritu de Verdad es llenarnos de realidad, eliminando todo el vacío que existe en nuestro interior. ¡Él no se “calmará” hasta que complete esta obra en nosotros! (Juan 7:37-39, Juan 14:17, 1 Corintios 15:45, Efesios 3:19, Filipenses 1:6).
- La Iglesia en Filadelfia restaura los muros porque no duda que, en su medio, hay un canal elegido por Dios para llevar la palabra profética, que da dirección a las Iglesias. Por tener poca fuerza, no confía en sí misma, sino en la palabra que sale de la boca del profeta (Apocalipsis 3:7-8) (Adaptado – Alimento Diario, Libro 1, semana 1, miércoles, pág. 12).