- Cuando creemos en el nombre del Señor Jesús, el Espíritu entra en nosotros, nacemos de nuevo y nos convertimos en hijos de Dios y hermanos de Jesús. Hemos dado un paso más: ¡ahora somos hermanos! (Mateo 28:10; Juan 20:17)
- Cuando Jesús resucitó, Dios lo glorificó, Él se convirtió en el Espíritu de Verdad, recibió toda autoridad, fue llevado al cielo y sentado a la diestra de Dios, pero al mismo tiempo, Él está aquí con la iglesia como el Espíritu, porque la iglesia es Su extensión y hará prosperar la voluntad de Dios en la tierra (Mateo 28:18-20; Job 14:16-17; Hebreos 8:1-2).
- No somos una iglesia entre cuatro paredes, salimos a las calles y predicamos el evangelio, porque nuestra comisión es hacer discípulos, es decir, hacer que Cristo encabece a todas las personas y gobierne todo en la iglesia (Mateo 24:14; 28:18-20; Efesios 1:9-10,22- 23).
- El poder de Dios está en Su palabra, por lo que la obra de Dios se realiza a través de ella (hebreos 11:3; Juan 1:10). La Palabra es Cristo (Juan 1:1). El Verbo que creó todas las cosas vino al mundo para realizar la obra de Dios, y da sentido y realidad a la vida humana (Alimento diario, Libro 1, Semana 2, miércoles, p. 28).